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Tras la última frontera

Alonso de Briceño, explorador de Perú y Nicaragua

  1. Biografía de Alonso de Briceño
  2. Primeros años de Alonso de Briceño en América
  3. Asistencia al tercer viaje de Francisco Pizarro
  4. Últimos años de Alonso de Briceño

Biografía de Alonso de Briceño

Alonso de Briceño fue un militar español nacido en Benavente, España. Destaco en la conquista de Nicaragua y la de Perú, siendo un personaje de gran impacto histórico.

En la historia de Perú se le conoce como uno de los Trece de la Fama. Este equipo de hombres fueron los que se negaron a abandonar a Francisco Pizarro en la isla del Gallo.

Se le conoce como hidalgo, pero no contaba con 20 años cuándo decidió ir a América. Sin embargo, este titulo no le garantizaba renta alguna, así que se decidió a forjar una nueva vida en aquellas misteriosas tierras que se conocerían como el Nuevo Mundo.

Primeros años de Alonso de Briceño en América

La primera aparición importante de Briceño fue sirviendo en Nicaragua bajo las órdenes de Luis Maza. Luego, fue hasta Panamá, lugar donde estuvo bajo las órdenes de Francisco Pizarro para participar en sus viajes.

En ese momento irían al sur, resultando de ello el descubrimiento del Imperio de los incas. Aunque no es certero que haya estado en el primer viaje de Pizarro, se cree que fue peón de infantería.

En el segundo viaje de Pizarro fue de los que consiguieron alimentos de los indios de los árboles. La necesidad de comida los llevó a ello y, después, se dieron los famosos sucesos de la isla del Gallo.

Aquí tuvieron lugar los hechos de los Trece de la Fama. Éstos apoyaron a Pizarro en todo momento. Aunque Juan Tafur fue a buscarlos por órdenes del gobernador de Panamá, 13 hombres se mantuvieron con Pizarro.

Llegada a la isla de la Gorgona y regresó a Panamá

Tras estar en la isla del Gallo, los Trece de la Fama fueron a la isla de la Gorgona. La llegada a ese lugar pudo ser posible gracias al rescate de la carabela que pilotaba Bartolomé Ruiz.

De esta forma se tuvo lugar el descubrimiento de Tumbes y la exploración de otras zonas del Perú. Después, Briceño retornó a Panamá, siendo un sitio donde permanecería por un largo tiempo.

Para mediados de 1528, se encargó de declarar en la probanza de Pedro de Candía. Además, pudo facultar a Cristóbal de Peralta para realizar el interrogatorio de otra información indispensable.

El fin de estas declaraciones era tener los reconocimientos de parte de la Corona por todos los servicios prestados. En 1529 Briceño logró obtener el premio que merecía y se le reconoció en la Capitulación de Toledo.

Se le otorgó el título de Caballero de Espuela Dorada, un título que también tuvieron el resto de los trece. La posición de todos fue muy reconocida, lo que les permitió tener grandes oportunidades.

Asistencia al tercer viaje de Francisco Pizarro

En esta ocasión, Alonso de Briceño fue alistado como hombre de caballería en las filas de Pizarro. Fue acompañante en la marcha al Cusco y en la toma de la ciudad de forma definitiva.

Para junio de 1534 se encontraba en Jauja, siendo regidor del Cabildo. Allí fue cuando dio firma a un requerimiento para el gobernador y que así se repartiera la tierra.

Posteriormente decidió regresar a Panamá con sus bienes, pues no quería permanecer más en Perú. De esta forma llegó a figurar como estante en septiembre de 1534, siendo una de sus acciones más representativas.

Alonso de Briceño fue firmante como testigo en la probanza de Luis Maza, su antiguo amigo de armas en Nicaragua. En ese momento comenzaba a prepararse para tener un viaje largo de regreso a España.

Últimos años de Alonso de Briceño

Para 1535 se supo que Briceño se encontraba en Madrid reclamando lo que le tocaba del botín traído de Perú. A este se le llamó Oro de Portugal, siendo uno de los botines más llamativos que existían en ese momento.

Luego de ello, no vuelve a ser nombrado en ningún documento o crónica cercana a esa época. Muchos sostuvieron que regresó a Benavente, lugar donde pasó sus últimos años disfrutando de su correspondiente fortuna.

Todas sus acciones fueron merecedoras de los méritos correspondientes, siendo un gran logro para su vida como militar. Aunque las dificultades estuvieron presentes siempre, la unión de los Trece de la Fama hizo que todo fuese más llevadero.