Es muy común oír que las armas españolas supusieron el factor decisivo que permitió a los españoles conquistar a los diferentes pueblos americanos. A esto se le sumaría el valor de la superioridad táctica aprendida y desarrollada en los conflictos del viejo continente.
Aunque si profundizamos un poco más en esta afirmación, veremos que la superioridad armamentística existió, pero no en un número tan grande como para ser decisiva. Además las tácticas que traían las fuerzas españolas eran las de la vieja Europa, que no eran aplicables a entornos tan diferentes como los del continente americano.
Este continente supuso un reto a las exiguas fuerzas españolas que tuvieron que sufrir las penalidades de unos climas diferentes, enfermedades y unas técnicas, tácticas y procedimientos empleadas por sus adversarios que les eran totalmente ajenas. Acompañamos y profundizaremos en estas áreas tan poco tocadas.
¿Superioridad Táctica?
Como nota aclaratoria, debemos de tener en cuenta que el armamento que usaron las fuerzas españolas en el Nuevo Mundo era similar al usado en el teatro Europeo. Si bien es cierto que dada la características de las fuerzas que operaron y la falta de una logística de suministro adecuadas, algunos españoles usasen aquellos elementos nativos que viesen de utilidad.
De esta manera, si bien usaron las mismas lanzas, espadas, ballestas, arcabuces… eran las mismas pero no el cómo se debían usar. Las modificaciones empezaron a aparecer al mismo tiempo que tuvieron que que hacer uso de otras disciplinas para paliar lo escaso de sus números. Supieron utilizar el efecto psicológico que producían las armas de fuego, los perros o los caballos.
Otra que supieron utilizar magistralmente sería la diplomática, el saber buscar a los pueblos descontentos y ganarlos como aliados para liberarlos de sus enemigos. Por suerte, todos estos detalles han quedado registrados para la posteridad en diferentes formatos, desde la documentación generada para la Corona, Códices y crónicas. Siendo uno de mis favoritos el códice de Tlaxcala.
Las desventajas tácticas de las fuerzas expedicionarias españolas
Escasez de las fuerzas españolas
Uno de los principales problemas que tuvieron que enfrentar los capitanes españoles fue el factor numérico. Como norma general, la relación de fuerzas en el mejor de los casos era de 10 a 1 a favor de las fuerzas locales. Para poder poner esta relación en contexto histórico, veremos un ejemplo.
Cuando en 1519, las fuerzas de Hernán Cortés desembarcaron en Tabasco sus fuerzas eran pírricas para el estándar europeo. Sus fuerzas se componían de:
- 553 peones.
- 13 arcabuceros.
- 82 ballesteros.
- Se estima que una decena de piqueros.
- 110 marineros.
- 200 indios aliados cubanos con misiones logísticas de porteo.
Este volumen de fuerzas era tan escaso que en las campañas de Italia no daría ni para una refriega. Tengamos en cuenta que un ejército podía llevar a la batalla fácilmente a 15.000 hombres. Mientras que en América contadas veces las fuerzas netamente peninsulares llegarían al millar de hombres.
Escasez de artillería
Es cierto que la artillería marcaba diferencias en los combates, pero para eso hacía falta disponer de ella… El número de bocas de fuego disponibles fue muy escaso, de hecho se cree que en estos inicios no se llego a superar la veintena de éstas.
Además, las que llegaban no eran de grandes calibres. Aproximadamente sólo un 20% eran piezas de gran porte, siendo la mayoría piezas más modestas y ligeras como los:
- Versos.
- Falconetes.
- Sacres.
Así podemos afirmar que el uso de artillería fue puntual durante la conquista. Su transporte por zonas de densa jungla impedía avanzar a los hombres, era un infierno. El terreno jugaba a favor de los nativos, lo que hacía de la artillería un engorro de dudosa eficacia.
La falta de caminos adecuados, las impenetrables selvas y los numerosos ríos y riachuelos implicaba que para transportarlas había que desmontarlas. Una vez desmontadas eran transportadas a hombros por indios aliados, pero como pueden imaginar, una pieza desmontada no sirve para reaccionar a un ataque… Esto hizo que muchas veces se tuvieran que abandonar piezas.
La falta de una logística eficaz
Un ejército no puede operar sin unos suministros suficientes y constantes que mantengan las necesidades de las fuerzas. Fue aquí cuando la logística necesaria para hacer uso de la artillería se convirtió en un verdadero problema por la cantidad de recursos que necesitaba.
Según el cronista Díaz del Castillo, Hernán Cortés tuvo que usar más de mil porteadores para mover sus piezas e impedimenta artillera desde Tlaxcala hasta ciudad de México para poder iniciar el asedio.
Otro tipo de problema logístico quizás menos intuitivo es el tener artilleros que sepan como usar las diferentes piezas. Cada pieza era diferente y requería una carga específica. Podemos decir que los maestros artilleros eran un recurso crítico, pues cuando estos se equivocaban, solían reventar con el cañón.
Como vimos con el ejemplo del desembarco de las fuerzas de Cortés, los arcabuces no eran muy numerosos y esto se compensaba con los ballesteros. La carga logística de los ballesteros era más sencilla que la de recibir las impedimentas de cañones y arcabuces.
Ventajas tácticas de las fuerzas españolas
Armas de fuego
A pesar de la carestía de armas de fuego, las existentes, se supieron usar sobre todo en el campo de la moral del adversario indígena. Éste efecto en los primeros compases de los combates se debía al miedo que infundía el ruido atronador, las humaredas y los debidos a sus creencias. Este efecto no duraría mucho, pues pronto comprobarían que no se trataba mas que de un artificio desconocido para ellos hasta el momento.
La caballería
Otros elementos que se supieron combinar a la perfección fue el de la caballería y el de los perros de guerra. Los nativos americanos no sabían que eran los caballos, y esto los impresiono sobre manera. A esto hay que sumarles el efecto que tiene una caballería frente una infantería ligera.
El uso de la escasa caballería española ofrecía movilidad, capacidad de recuperar la iniciativa y de concentrar fuerzas para dar un golpe decisivo. Los españoles , estaban bien instruidos en el uso de la lanza y la espada tras muchos años de guerra en el teatro europeo y esto se hizo notar a pesar de su escaso número. Un ejemplo claro del uso de esta es la batalla de Otumba y el uso de la caballería por Hernán Cortés.
El perro de guerra
El caso del perro de guerra es similar, pero más desconocido por el gran público. En América existían perros, pero eran muy diferentes. Las razas nativas eran sumisas y pequeñas. Los perros eran usados como una suerte de ganado. Cabe pensar que cuando vieron a los perros traídos por las fuerzas españolas no se imaginasen que se trataba del mismo animal.
A américa los españoles llevaron perros de gran porte:
- Alanos.
- Mastines.
- Dogos.
Estos perros eran agresivos y habían sido entrenados para la guerra, siguiendo una tradición que se remonta hasta la época de las guerras púnicas. Solamente hay que imaginarse que se sentiría frente a un grupo de estos perros con sus protecciones corriendo furiosos hacia nuestras filas. Una imagen terrible… Quiero recordar que en la mayoría de las fuerzas nativas no se combatía en formaciones, lo que beneficiaba el uso de los perros y la caballería.
El Soldado español
Pero si hay algo que debe ser destacado sobre todo lo demás, es la valía del soldado español. España tenía una tradición de guerras continuadas de varios siglos, y en las fuerzas que llegaron a América había muchos veteranos de las campañas de Italia, Francia o Flandes .
Eran gente curtida, que en muchas ocasiones venían de la miseria y sabían que esta era su única oportunidad para poder tener una nueva vida, escalando socialmente y quizás conseguir una fortuna siempre soñada. Estos hombres, desde su perspectiva sólo podían ganar.
A estos elementos que nos dan una imagen de este soldado hispano, hay que sumarle el carácter orgulloso y agresivo necesario para sobrevivir un día más por mantener la honra. El honor, la honra era un revulsivo suficiente para empeñarse hasta la muerte en empresas que sabían perdidas. Sin duda eran hombres hechos de otra pasta.
Estos hombres conscientes de sus falta de números para tamaña empresa, supieron establecer una serie de puntos fuertes a lo largo de sus despliegues que les permitía una flexibilidad que les permitía defenderse y retomar la iniciativa a lo largo de los territorios en disputa.
Cuando nos fijamos en esta época, normalmente tenemos en mente a las fuerzas nativas abrumadas por el choque cultural y militar de los europeos. Pero esto también pasaba a la inversa. Las fuerzas nativas a pesar de tener un armamento inferior, dominaban el terreno y tenían unas técnicas, tácticas y procedimientos totalmente desconocidos.
Estos problemas se veían agravados por la falta de logística y la debilidad de las rutas de abastecimiento entre los diferentes asentamientos que eran objetivos fáciles para las fuerzas locales. A modo de ejemplo tenemos el caso de la expansión de Pedro de Valdivia por Chile.
El armamento español
Cómo hemos mencionado anteriormente, los pueblos amerindios estaban retrasados en la tecnología armamentística en comparación con las fuerzas españolas. Quiero señalar que dentro de la inmensidad del imperio americano había diferentes niveles de desarrollo que iban desde los de la edad de piedra de la Alta California a un gran desarrollo militar como la del ejército del Tahuantinsuyo.
Aún así podemos decir que las armas de estos pueblos solían ser de madera con incrustaciones de lascas de distintos minerales, principalmente obsidiana. Estos materiales tenía dos implicaciones, su falta de resistencia y durabilidad. El único metal que utilizaban en sus armas era el cobre, con el que reforzaban las mazas y las flechas para ganar en penetración.
A pesar del uso de este metal, poco podían hacer frente a las espadas de acero toledano y armaduras que eran muy superiores. Podemos decir que las principales armas españolas que se usaron en mayor medida fueron:
- Espadas.
- Picas.
- Ballestas.
- Arcabuces.
Estas armas tan comunes en Europa asombraron a los pueblos americanos por diversos motivos:
La espada
Debido al acero, eran mucho más resistente que las armas de madera. Además podían corta e infligir una herida mortal con su punta. La estocada era altamente mortal, era una herida poco común a la que la medicina indígena no podía sanar ( la española tampoco).
Las picas
Las picas eran comunes desde la antigüedad clásica, pero los nativos americanos no conocían el uso de la misma. La pica usada en formación cerrada permitía mantener a los enemigos a distancia, impidiéndoles el uso de sus armas cuerpo a cuerpo.
Esto no implica que los indios no tuvieran jabalineros o lanzas que si los tenían, pero estas no superaban los dos metros y medio.
Las ballestas
Las ballestas sorprendieron por su gran potencia, en especial las de cranecrin y de torno. Las fuerzas nativas sólo contaban con defensas basadas en un escudo las armaduras tipo ichcahuipilli en el mejor de los casos. Está claro que aquellos soldados más pudientes o pertenecientes a las élites guerreras estarían mejor equipados. A pesar de estos elementos de protección, no tenían ninguna posibilidad frente al dardo de la ballesta.
Los arcabuces
Los arcabuces producían un efecto demoledor en la mente y cuerpo del enemigo. Desde su ensordecedora descarga, la llamarada y las terribles heridas que producían miedo atávico en los adversarios. Como ya mencionamos, este efecto sorpresa pronto paso y las fuerzas locales se acostumbraron y se adaptaron, compensándolo con el uso audaz del terreno y la climatología.
Factores que influían en la efectividad de las armas hispanas
¿Afecto el clima y el terreno al armamento español?
Como hemos indicado a lo largo de este artículo, los ejércitos indígenas en combate en campo abierto sólo podían jugar una baza frente el armamento y tácticas españolas, la apabullante superioridad numérica. Por eso, estas fueron usando las tácticas de guerrillas amparadas en las selvas y montañas donde las formaciones perdían su valor.
Hemos citado que las armas españolas eran superiores, y también lo eran las protecciones. Aunque estas conllevaban un alto precio. El calor y la extrema humedad eran una combinación fatal cuando ibas con tu coraza y morrión. Estas agotaban y deshidrataban rápidamente a sus portadores, lo que hizo que los soldados españoles las abandonasen o incluso usaran las protecciones que usaban las fuerzas locales. Había que aligerar la carga para mantener la movilidad, o mejor dicho para tener una mínima probabilidad de supervivencia.
El clima y el terreno también afectaron a la escasa caballería existente. Los caballos eran un lujo y había que tenerlos como oro en paño. Estos animales sufrían al igual que los humanos el calor y la humedad y hubo que rebajarles el nivel de protecciones de hierro de las gruperas, testeras,… sustituyéndolas por petos similares a los que usan los picadores con sus caballos.
¿Realmente marcaron las ballestas y arcabuces la diferencia?
Como ya hemos citado, los efectos psicológicos de estas armas eran notables, pero habría que plantearse si realmente eran armas adecuadas para el entorno en el que debían combatir. La contraparte indígena, el arco, era mucho más polivalente. Si bien carecía de la potencia necesaria para enfrentarse a estos.
Tanto las ballestas como los arcabuces, tenían en contra los tiempos de recarga que necesitaban. A modo de ejemplo, en el tiempo que un español disparaba una saeta un nativo podía llegar a disparar diez flechas. esta circunstancia obligo a que se incrementase el número de ballesteros para poder mantener una cadencia de fuego que mantuviese a raya las lluvias de flechas.
Los arcabuces, además de la lentitud de la recarga tenían el problema de la humedad, la lluvia. Cómo sabemos, la pólvora no hace buenas migas con el agua y esto hacía que en muchísimas ocasiones que el arcabuz se tuviera que usar con garrote. Por lo que podemos asegurar que estas dos icónicas armas españolas vieron mermada su efectividad en este teatro de operaciones si la comparamos con la efectividad que tuvo en el teatro europeo.
El armamento defensivo
En la infantería
Como he mencionado, las protecciones utilizadas en España pronto se convirtieron en un obstáculo más que en una defensa útil. La combinación de calor, humedad y sudor producían rozaduras y heridas que muchas veces acababan mal por la falta de higiene del momento y dadas las circunstancias de una campaña militar de la época.
Por ello, la armadura completa que se utilizaba a principios del siglo XVI se aligeraron, excluyendo en muchos casos la protección de los brazos y las piernas para mantener simplemente el coselete. Era común que este fuera sin espaldar.
De toda la variedad de yelmos, sólo fueron útiles aquellos que permitían tener la cara al descubierto, evitando así la asfixia del soldado. a modo de resumen el soldado llevaba un peto y un yelmo. Además cuando comprobaron que los ichcahuipilli detenía los dardos y flechas enemigas, fueros rápidamente adoptados por los soldados. No debemos obviar que se quitaban fácilmente unos 20 kg de peso, si bien algunos añadían una loriga para aumentar la protección.
En la caballería
La borgoñota sustituyó a los almetes, y se optó por medias armaduras o armaduras de fajas espesas, dejando las pantorrillas protegidas por sus gruesas botas de cuero. Así mismo, y a fin de limitar el peso extra en los caballos, se sustituyeron las pesadas sillas de monta a la brida por otras a la jineta, bastante más ligeras. Además, eran más útiles para el tipo de guerra que se hacía allí, donde las cargas cerradas de caballos coraza no tenían sentido.
Las fuerzas de caballería era la fuerza de ataque por excelencia encargada de penetrar las líneas enemigas. Ésta se mantuvo fiel a la armadura. Aunque la aligeraron dentro de un margen razonable para no agotarse ni ellos, ni a los caballos. La borgoñota reemplazó a los almetes, y optaron por medias armaduras que dejaban las piernas al aire. Los jinetes para proteger las pantorrillas usaban unas botas muy de cuero muy gruesas
La evolución de los escudos
En cuanto a los escudos los españoles llegaron a América con las rodelas que usaron en Europa. El problema es que un escudo de metal es inútil cuando se tiene que cargar todo el tiempo y agotándote rápidamente. Hay que tener en cuenta que según las crónicas de la época los españoles estaban obligados a estar listos para el combate en todo momento ante el peligro de ataque constante.
Conclusión
Podemos asegurar que la superioridad armamentística española, no fue ni con mucho tan superior como se cree. Si bien había sociedades más primitivas, también las había muy avanzadas capaces de movilizas ejércitos de hasta 200.000 hombres como el inca. A los que los efectos psicológicos de las armas españolas pronto se les disiparon.
La conquista de América principalmente sería un ejercicio titánico de voluntad de vencer y la búsqueda de una vida mejor. Éstos pobres hombres lograron imponerse, a IMPERIOS, que se dice pronto. Eso si, no olvidemos nunca que las armas no dan la victoria por sí mismas, sino los hombres que las manejan y las alianzas con los pueblos nativos.