- Biografía de Juan Pizarro
- Juan Pizarro, sus primeros años de vida
- Su viaje al nuevo mundo y el comienzo de sus aventuras
- Una de sus hazañas más notables
- Un rápido ascenso social
- La gran rebelión Inca
- Una fuga fallida dio paso a una gran estrategia
- El ataque de los incas, la defensa de los conquistadores y una de las batallas más sangrientas
- Muerte de Juan Pizarro
- Testamento de Juan Pizarro
- Otros héroes que deberías conócer
- Dudas frecuentes sobre Juan
Biografía de Juan Pizarro
Juan Pizarro nació en Trujillo, España, entre 1510 y 1512; fue hijo ilegítimo del capitán Gonzalo Pizarro y Rodríguez de Aguilar, conocido también como “El Largo” o “El Tuerto”, y de María Alonso, quien era criada del capitán e hija de unos molineros de La Zarza, localizada a unas 5 leguas de Trujillo.
Fue un conquistador español, hermano de Francisco Pizarro, y participó de las primeras acciones de la conquista del Imperio Inca, y hasta la defensa del Cuzco cuando se vio atacada por las tropas de Manco Inca.
Juan Pizarro, sus primeros años de vida
Al morir su padre en 1522, Juan Pizarro era aproximadamente un niño que rondaba alrededor de los 10 años. Su padre, Gonzalo Pizarro “El Largo”, reconoció a sus hijos ilegítimos, e incluso, lo menciona a él y a su hermano Gonzalo, también hijo de “El Largo” y María Alonzo, en su testamento.
En el documento, “El Largo” encarga al mayor de sus hijos legítimos, Hernando Pizarro, quien para ese entonces ya era capitán, el cuidado y protección de sus hermanos ahora reconocidos. Pidiéndole que vele por ellos y los trate como lo que son, sus hermanos. Por lo que se sabe, la relación de los hermanos Juan y Hernando fue siempre muy cordial, respetuosa y afectiva.
Su viaje al nuevo mundo y el comienzo de sus aventuras
En 1529, Francisco Pizarro, después de firmar la capitulación de Toledo con la corona, con la cual se le nombraba gobernador, adelantado y alguacil mayor de Nueva Castilla (actual Perú), regresó a Trujillo. Allí fue recibido por sus parientes, entre los que se encontraban sus hermanos Hernando, Gonzalo y el mismo Juan Pizarro.
Para ese entonces, Juan debía tener alrededor de 19 años, y él, junto a sus otros hermanos, no dudaron ni un momento en acompañar a Francisco en su aventura por el nuevo mundo.
Una de sus hazañas más notables
Juan Pizarro participó animosamente en la peligrosa marcha hacia Cajamarca, donde luego darían captura a Atahualpa. Según los testimonios de los cronistas, en Cajamarca, Juan Pizarro destacó enormemente por su valor y por mostrar gran sentido de iniciativa.
Sería por esas grandes cualidades que lo describían y caracterizaban que, al momento de repartir la fabulosa riqueza en objetos de oro y plata que se le habían incautado a Atahualpa, Juan Pizarro se encontraba entre los principales nombres de la lista de reparto.
Solo antecedido por sus hermanos Francisco y Hernando, y por Hernando de Soto, Juan Pizarro ocupaba el cuarto lugar en el orden y en el monto en oro y plata recibidos. Juan recibió 11.100 pesos de oro y 407,2 marcos de plata, lo que era una inmensa fortuna.
Durante la marcha al Cuzco, Juan Pizarro fue uno de los primeros en tomar no solo la iniciativa sino también la vanguardia, lugar que representa un evidente peligro. Ya en el Cuzco, obtuvo el rango de capitán, con lo que aumento su ya basta fortuna en un monto verdaderamente incalculable.
Un rápido ascenso social
Junto con sus virtudes guerreras y valor, de las cuales no faltaron nunca testigos. Juan Pizarro a pesar de su juventud continuaría su vertiginoso ascenso a la gloria y el poder. Juan fue nombrado regidor del Cuzco, ciudad que fue fundada el 23 de marzo de 1534.
Para 1535, Francisco Pizarro estaba en la costa y el 18 de enero del mismo año fundaría la Ciudad de los Reyes o Lima, la cual se convertiría en la capital de la gobernación de la Nueva Castilla.
Cuzco había quedado a cargo de Juan y Gonzalo Pizarro, quienes, posiblemente, cegados de poder, no trataron de manera adecuada a Manco Inca, quien era una especie de “gobernante títere” de los nativos.
Las humillaciones y desplantes de Juan hacia Manco Inca fueron poco inteligentes. Estas conductas son las que provocaron o impulsaron la rebelión de Manco Inca algún tiempo después.
La gran rebelión Inca
Durante el tiempo que Francisco Pizarro exploraba las costas, Hernando se marchó a España, y Juan, quien para ese entonces tenía solo 24 años de edad, quedo en el Cuzco con el cargo de Teniente de Gobernador.
Más tarde, Hernando Pizarro volvió al Cuzco, en estos momentos algo se estaba fraguando. Manco Inca iba a preparar una muy peligrosa rebelión, la cual tenía un objetivo muy claro: Destruir a los hispanos o, en su defecto, obligarlos a embarcarse y dejar libre su territorio.
Con gran astucia y discreción, Manco Inca fue urdiendo su estrategia de su ataque. Los principales objetivos eran Cuzco y Lima, principalmente por la cantidad de españoles establecidas en esas plazas.
Una fuga fallida dio paso a una gran estrategia
Manco Inca intentó una fuga de la ciudad imperial, la cual fracasó totalmente. Un pelotón de caballería, precisamente al mando de Juan Pizarro, lograría alcanzarlo, llevándolo de nuevo a la ciudad. Eso si, El Inca era un hombre muy astuto. Supo disculparse y dio unas algunas excusas y razones que los Pizarro le creyeron o, al menos lo fingieron.
Aprovechándose de la constante exigencia de oro de Hernando Pizarro, este último le prometió regalarle unas estatuas hechas completamente de oro, pero con la condición de que lo dejarán en libertad para poder ir a buscarlas en un lugar que sólo él conocía.
Hernando le creyó, dejándolo en libertad. Libertad de la que Manco Inca se aprovecharía para terminar de organizar su plan de rebelión y dar así la estocada final. En la mañana del 6 de 1536, los españoles se vieron rodeados en Cuzco por un ejército de guerreros incas.
El ataque de los incas, la defensa de los conquistadores y una de las batallas más sangrientas
Manco Inca había logrado reunir un ejército de guerreros que superaban con creces sus expectativas. Se habla de aproximadamente 20.000 guerreros y otros tantos auxiliares que también tomaron las armas en contra de los conquistadores.
La primera medida tomada por los incas fue soltar el agua de todas las acequias para inundar el Cuzco y convertirlo así en un lodazal. De esta manera, los españoles no podrían maniobrar con sus caballos. Inmediatamente después iniciaron los cada vez más violentos ataques. Pero para poder entender lo que estos hombres pasaron, podemos leer lo que escribió el Cronista:
Pedro Pizarro el cronista del desastre
Está este Cuzco fundado en una hoya entre dos quebradas, que cuando llueve van por ella dos arroyos de agua pequeños, y cuando no llueve el uno que va junto a la plaza lleva poco agua y siempre corre por algunos pedazos de llanos que hay entre las sierras y el Cuzco de questá cortado. Eran todos andenes cortados de piedra por la parte donde se podría derrumbar, unos de un estado y otros de mas y otros de menos.
Tenían puestas en algunos unas piedras hincadas á trechos en la pared del andenal, una braza y menos, puesta á manera de escalera por donde subían y bajaban.
Pedro Pizarro
Una muerte asegurada
Esta órden tenían en estos andenes porque en todos sembraban maíz; y porque el agua no se los deshiciese los tenían ansí cercados de piedra cuanto decía la haz de la tierra donde igualaba. Está este Cuzco arrimado á una sierra por la parte donde está la fortaleza, y por esta parte bajaban los indios della hasta junto á unas casas questan junto a la plaza que eran de Gonzalo Pizarro y Joan Pizarro su hermano, y de aquí nos hacían mucho daño; que con hondas echaban piedras en la plaza sin podérselo estorbar. Por ser esta parte como digo agra y entre un callejón angosto que los indios tenían tomado y no se podía subir por él sin que mataran a los que allí entraran; estando ansí con harta congoja, que cierto que eran tan grandes las voces y alaridos que daban bozinas y potutos que tocaban, y que parescía que temblaba la tierra, Hernando Pizarro y los capitanes se juntaron muchas veces á haber acuerdo sobre lo que harían, y unos decían que despoblásemos y saliéremos huyendo, otros que nos metiésemos en Hatuncancha que era un cercado muy grande donde todos pudiéramos estar, que como tengo ya dicho no tenia mas de una puerta y cercado de cantería muy alta: y ningún acuerdo destos era bueno, porque si saliéramos del Cuzco en el camino nos matarían a todos por muchos malos pasos y sierras que en él hay; y si nos recogiéramos al cercado, allí nos tapiaran con adobes y piedras según la mucha gente que había. Pues Hernando Pizarro nunca estuvo en ello y les respondía que todos habíamos de morir y no desamparar el Cuzco. Juntábanse a estas consultas Hernando Pizarro y sus hermanos, Gabriel de Rojas, Hernán Ponce de León, y el tesorero Riquelme.
Crónica de Pedro Pizarro
Ampliamente superados en número, los españoles defendieron y resistieron cuanto pudieron, pero los incas con su superioridad numerica dieron una de las batallas más sangrientas de la conquista.
Fue una dura batalla, tanto para los españoles como para los incas. Como era costumbre, Juan Pizarro destacó por su bravura y temple, junto con su hermano Gonzalo y un primo, Pedro Pizarro, quien años depues se convertiría en cronista.
Muerte de Juan Pizarro
Juan Pizarro reconocería el error definitivo que le llevaría a la muerte… Había desguarnecido la fortaleza de Sacsahuamán desde donde los insurrectos organizaron y lanzaron sus más violentos ataques sobre el Cuzco.
“Por mi causa se dejó de poner guardas en ella y la tomaré todas las veces que sea necesario”.
Juan Pizarro
Durante un fuerte combate sería herido en la mandíbula, lo que le impediría llevar el casco por el tremendo dolor que le producía. Aún así la lucha no cesaba y mientras lideraba un escuadrón mixto de infantería y caballería, fue golpeado en la cabeza por una piedra de gran tamaño, que le produjo una fractura en el cráneo. Juan luchó con todas sus fuerzas por su vida, resistiendo durante 14 días, hasta que finalmente la muerte le alcanzo.
Testamento de Juan Pizarro
Durante los 15 días en que agonizó, la lucha entre incas y conquistadores seguía ferozmente, pero Juan pudo dictar testamento con fecha de 16 de mayo de 1536.
En el documento, Juan Pizarro pide que sus restos sean llevados a España y sean enterrados en Trujillo. Juan también dejó generosos donativos a diversas iglesias de la ciudad que lo vio crecer, a cambio de misas por su alma.Ordenó misas en recuerdo de su difunta tía Estefanía de Vargas, que sería quien lo crio de pequeño. De igual forma, deja grandes sumas de dinero para varios de sus familiares y parientes cercanos.
Destinó 2000 ducados para una hija no legitima que tuvo con una coya que le dio servicios. Entre otros muchos otros regalos y donaciones que hizo. Es interesante la petición que le hace a su hermano Gonzalo, heredero universal de su fortuna, para que con la renta de ellos se instituya un mayorazgo. Es otra muestra de la intención de mejora social, que tan interiorizada estaba entre los conquistadores hispanos.
Lo cierto es que la fortuna de Juan Pizarro era tal que no podía calcularse, pero demuestra una gran generosidad con sus diversos parientes y gente importante para el en su vida, así como a su familia materna que había quedado en España.
A Juan Pizarro lo enterraron secretamente y durante la noche, esto para que los indios no supieran que estaba muerto, ya que su valentía era tal que los indios le tenían mucho miedo.
Otros héroes que deberías conócer
Dudas frecuentes sobre Juan
Juan nació en la localidad extremeña de Trujillo.
Se sabe que fue en el año 1510.
Conquistaría junto con sus hermanos el imperio Inca, pero una mala decisión le llevo a desguarnecer un fuerte que tomarían las tropas de Manco Inca. Ante la necesidad de enmendar su error se lanzó a su reconquista recibiendo dos heridas. La segunda le costaría la vida tras 14 días de agonía.
Juan Pizarro muere por las heridas recibidas en el asedio del Cuzco. Recibe una primera herida en la mandíbula que le impide llevar casco. Aún así sigue al frente de sus hombres y es cuando recibe un impacto en la cabeza que le produce una fractura que acabaría con su vida tras una agónica quincena.
Moriría en 1536 durante el asedio de Cuzco