- Biografía de Sebastián de Belalcázar
- Sebastián de Belalcázar, el comienzo de sus travesías
- Participó en la conquista de Nicaragua
- Belalcázar, sus aspiraciones y los motivos que lo llevaron al Perú
- Su participación en la conquista del Perú
- Perseguidor de afamados mitos
- Una trampa y un ofrecimiento inesperado
- Consiguió una ciudad en ruinas
- Belalcázar continuó a la conquista de Quito y en la búsqueda del tesoro de Atahualpa
- El encuentro con Pedro de Alvarado
- El Dorado, ese sueño inalcanzable
- El asesinato de Pizarro y sus consecuencias
- Muerte de Sebastián de Belalcázar
- Cuestiones frecuentes sobre Sebastián Belalcázar
Biografía de Sebastián de Belalcázar
Sebastián Moyano y Cabrera mejor conocido como Sebastián de Belalcázar o Benalcázar, nació entre los años 1480 y 1490 en la localidad de Belalcázar, en la actual provincia de Córdoba, España. Fue un militar, explorador y conquistador español que llego a ser nombrado gobernador vitalicio de Popayán.
Sebastián venía de una humilde familia de campesinos, de la que no se conocen mayores detalles. Por no conocerse, se desconocen incluso quiénes fueron sus padres. Tampoco se conoce mucho acerca de cómo fue su infancia y juventud, lo que sí se sabe es que sus padres murieron teniendo él muy corta edad, por lo que le tocó trabajar desde niño.
Juan de Castellanos escribe que, siendo Belalcázar muy joven, durante una jornada de trabajo en un día lluvioso, se le metió en un lodazal un burro cargado de leña, quedando atrapado. Belalcázar no pudo sacarlo, por lo que el animal finalmente moriría. Debido al miedo al castigo que podía sufrir, decidió huir de su casa.
Sebastián de Belalcázar, el comienzo de sus travesías
En 1507, estando en Sevilla, después de haber huido de casa, Belalcázar se alistó para ir a Indias, llegando a la Española, donde permanecería algunos años. Tras esta estancia, se decidiría a probar suerte como soldado en la actual Panamá. En 1513 desembarcaría en Santa María la Antigua del Darién, poco antes de que fuera descubierta por Balboa la Mar del Sur.
Sebastián de Belalcázar se formó como conquistador en Castilla de Oro de la mano de su gobernador. Participaría en las primeras operaciones de descubrimiento y hasta asistió a la pugna entre Pedrarias y Balboa, la cual termino con la muerte de este último.
Belalcázar sería un hombre imprescindible para Pedrarias, participando en las principales y más importantes acciones de la gobernación. Incluidas la fundación de panamá durante el año 1519 y la gran expedición de Gaspar de Espinoza a la península de Azuero.
Esta última muy productiva para él, ya que conseguiría dos cosas muy importantes: su amistad con el antes mencionado capitán y una encomienda de indios en Natá, donde, posteriormente, nacerían sus hijos Francisco y Sebastián, los cuales engendró con indias de la región.
Participó en la conquista de Nicaragua
Después de los descubrimientos de Gil Gonzales Dávila, la frontera norte de Panamá se abrió de pronto. Belalcázar participó en la expedición que, junto al capitán Francisco Hernández de Córdoba, enviaría Pedrarias a Nicaragua con el fin de garantizar la seguridad de dicho territorio en 1523.
Belalcázar recorrió parte de Centroamérica y fue participe en la fundación de las ciudades de León y Granada, así como también en el descubrimiento del río Desaguadero. Se desempeñó como alcalde de León durante algunos años, tiempo en el que le tocó asistir a la ejecución de Hernández de Córdoba, quien fue acusado de haberse levantado en contra de Pedrarias en 1526.
En 1527 Belalcázar fue enviado a Honduras con el regidor Albítez para que exigieran al conquistador Hernando de Saavedra la devolución de puerto de Trujillo. Los enviados no consiguieron a Saavedra, en su lugar, encontraron a Diego López de Salcedo, quien había sido nombrado gobernador de Honduras por la Audiencia de Santo Domingo.
Este mandó a detenerlos y ser enviados a Santo Domingo, donde fueron juzgados. Belalcázar corrió con la suerte de que uno de los jueces fuera un antiguo amigo suyo, el licenciado Gaspar de Espinoza, quien le puso en libertad.
Belalcázar salió de Santo Domingo en diciembre de 1527, llegando a León en mayo del año siguiente. En León se volvió a encontrar a Pedrarias que, con sus 87 años, había logrado ser nombrado gobernador de Nicaragua.
Belalcázar, sus aspiraciones y los motivos que lo llevaron al Perú
Sebastián de Belalcázar estuvo en Nicaragua durante un tiempo, tiempo en el que nacieron sus hijos Lázaro, Catalina, María y Magdalena. Hasta allá también traslado a sus hijos nacidos en Nata, Sebastián y Francisco.
El 6 de marzo de 1531 fallece Pedrarias Dávila, aproximadamente a sus 91 años. Sebastián Belalcázar tenía aspiraciones de llegar a relevarlo como gobernador interino de Nicaragua, pero no lo consiguió. en su lugar fue nombrado Francisco de Castañeda.
Motivado por la desilusión decide abandonar Centroamérica y dirigirse hacia el Perú, atendiendo a la llamada que le acababa de hacer su amigo Francisco Pizarro. Este se encontraba preparando una expedición para conquistar dichas tierras. Emocionado por las noticias que llegaban sobre las grandes riquezas que albergaba el territorio de los Incas, no pudo negarse a vivir esta aventura.
Sebastián de Belalcázar vendió todas sus pertenencias y posesiones, compró 2 bergantines y reclutó 70 hombres, caballos y pertrechos. En mayo de 1532 partía Belalcázar desde Nicaragua al encuentro con Pizarro.
Llego a Puerto Viejo, donde se unió a la hueste de Pizarro. Este le confió el mando de la caballería, junto con su hermano Hernando Pizarro y con Hernando de Soto. Es así como se convierte en uno de los grandes conquistadores del Perú.
Su participación en la conquista del Perú
Belalcázar llegó a Cajamarca el viernes 15 de noviembre de 1532 con el ejército español. Allí les esperaba el Inca Atahualpa con sus tropas guerreras. Al día siguiente de su llegada a Cajamarca tuvo lugar la afamada batalla relámpago, en la cual el Inca Atahualpa es atrapado y tomado como prisionero, y el imperio Inca es herido de muerte.
Atahualpa, quien era poseedor de una gran riqueza, ofreció a los españoles un gran rescate de oro por su persona, oro que se repartirían los españoles el mismo 16 de junio. Belalcázar, al ser uno de los principales protagonistas de este capítulo, obtuvo una muy buena parte del botín. A le tocaron 407 marcos de plata y unos 9.909 pesos de oro. Botín que solo era superado por los dados a los hermanos Pizarro (Francisco, Hernando y Juan) y a Hernando de Soto.
Posterior a eso, se le dieron otros 1.250 marcos de plata provenientes del tesoro rescatado en Cuzco. Sebastián de Belalcázar fue un hombre muy rico en América (de los más ricos) y tenía una posición envidiable en Perú, además de contar con la confianza de los fundadores Pizarro y Almagro.
Perseguidor de afamados mitos
Sebastián de Belalcázar había oído hablar de que, en tierras lejanas al norte del Perú, en Quito, existían unos indios con una riqueza en oro y plata verdaderamente gigantesca; por lo que se comunicó con un viejo amigo, el piloto Juan de Ladrillero, y le pidió que enrolase hombres en Nicaragua a su costa, con el fin de emprender esta nueva conquista.
Belalcázar reunió todos los efectivos militares que le fue posible y a mediados de febrero de 1534 se dirigió hacia el norte, en dirección a Quito. Belalcázar tenía conocimiento de que el gran ejercito incaico se había retirado hasta aquella provincia y que se encontraba prácticamente intacto bajo sus grandes generales: Rumiñahui y Quizquiz.
Con la conquista de Quito se concluiría así la conquista del Perú, pues, era este el lugar de refugio del gran ejercito Tahuantinsuyo. Esta sería la más trascendente de todas sus conquistas, y sería la que daría origen al Reino de Quito. Sebastián de Belalcázar emprendió esta conquista con no menos de 200 hombres, de los cuales 50 iban a pie. Se dirigió así hasta Tomebamba (Cuenca), en donde se le unirían los aliados Cañaris, que serían determinantes.
Una trampa y un ofrecimiento inesperado
Para el 20 de abril de 1534 los españoles marchaban hacia el tambo de Chanchan, del cual, posteriormente, pasaron al de Tiojacas, donde tuvieron que hacerle frente al ejercito de Rumiñahui, el cual había preparado una colosal trampa.
Aproximadamente 30.000 indios se encontraban frente a un llano, el cual estaba lleno de hoyos para que los caballos de los españoles se rompieran las patas. Al caer la noche se les presentó un indio que se ofreció a guiarlos por un camino secreto hasta la retaguardia del ejercito Inca.
Al estos ver la sorpresa del ataque español, las tropas incas huyeron despavoridas. Belalcázar logró apoderarse de la intendencia de Rumiñahui, que constaba de 40.000 llamas, 160.000 raciones de comida y 5.000 mujeres. Luego iniciarían el peligroso viaje a Riobamba.
Al llegar al sur de la laguna de Colta, los españoles estuvieron a punto de caer en otra trampa similar a la anterior superada, un campo lleno de huecos para dañar a los caballos, pero, por suerte, fueron avisados por los cañaris. Debieron rodearlo para llegar a Riobamba, donde las tropas de Rumiñahui, Quizquiz y Zocozopagua les esperaban.
Tras un combate victorioso los españoles lograron entrar a la ciudad el 3 de mayo. Siguiendo por Ambato y Cutuchi; después Mulaló y la cuesta de Uyumbicho, a 20 kilómetros de Quito. Es aquí donde Rumiñahui hace un último intento por detener el avance de los españoles.
Reunió sus mejores escuadrones de flecheros y honderos, pero estos fueron puestos en fuga por los caballos de los españoles, los cuales causaban gran temor entre los indios. Belalcázar consiguió entrar a Quito el 24 de mayo de 1534.
Consiguió una ciudad en ruinas
Al entrar en Quito, Belalcázar se encontró con la sorpresa de una ciudad completamente destruida. Rumiñahui la había incendiado, había matado a numerosas mujeres, quemado los aposentos reales y se había llevado todo el oro, a 4.000 mujeres y a 11 de los hijos de Atahualpa.
Belalcázar se asentó en la ciudad, pero aquella noche sufrió una contraofensiva de parte de los caciques de Chillo y Latacunga, quienes atacaron a los españoles encerrados en la ciudad incendiando los techos de paja de las casas. Mataron a varios castellanos esa noche.
Al amanecer, los españoles subieron a sus caballos y lograron derrotar fácilmente a los indios. Derrota que fue crucial, puesto que, al día siguiente, llegaron hasta los españoles 7 caiques a pedir la paz.
Belalcázar se dispuso entonces a cabalgar hacia el norte para localizar los últimos focos de resistencia y para encontrar el tesoro oculto de Atahualpa. Llegó a Quinche, donde solo se encontraban mujeres y niños, ya que los hombres habían huido con Rumiñahui.
Sintiéndose burlado e indignado, Belalcázar realizó una de las acciones más crueles de su vida. Dónde se dice que mandó matar a todos los niños y las mujeres.
Belalcázar continuó a la conquista de Quito y en la búsqueda del tesoro de Atahualpa
Mandó despoblar Santiago de Quito, ordenó quemar vivo al cacique de Chambo y se dirigió hacia Píllaro, donde se encontraba el ejército inca de Rumiñahui. Tanto Rumiñahui como Zocozopagua lograron evadirle.
El general indígena Quizquiz fue asesinado a manos de sus capitanes. Belalcázar supo que, en Muliambato, camino de Quito, se encontraba escondido Rumiñahui, por lo que envió al capitán Luis de Daza para que le diera captura. Rumiñahui fue capturado y asesinado, aunque no se conocen los detalles.
Finalmente, el capitán Ampudia capturó a Zocozopagua, que fue quemado vivo en Quito. Siendo ese el fin de la resistencia indígena.
El encuentro con Pedro de Alvarado
El afamado capitán de Hernán Cortés Pedro de Alvarado llegaría hasta quito para reclamar que esta se encontraba dentro de la demarcación real que se le había signado. Belalcázar convenció a Diego de Almagro para que juntos hacer ver a Alvarado que se encontraba equivocado.
Almagro llevaría las negociaciones que evitaron que se llegara a mayores… Además consiguió que el adelantado Alvarado le vendiera su armada, y permitiera que sus fuerzas se sumaran a las de Diego. De esta tensa situación, Sebastián de Belalcázar también salió beneficiado, pues consiguió que se le reconociera como teniente del gobernador Francisco Pizarro en la ciudad de Quito.
El Dorado, ese sueño inalcanzable
Tras la consolidación de Quito, Belalcázar recibió informes una tierra maravillosa conocida como Cundinamarca. En esta región, los reyes eran recubiertos de polvo de oro.
“Desnudaban al heredero y lo untaban con una liga pegajosa, y lo rociaban con oro en polvo, de manera que iba todo cubierto de este metal”
Cronista Juan Rodríguez Freyle.
Podemos decir que el dorado fue una suerte de Santo Grial para los exploradores y conquistadores españoles. Dentro de este grupo de buscadores de lo imposible, encontramos a Belalcázar, a Nicolás de Federmann o el mismísimo Jiménez de Quesada…
De aquella aventura la mayoría volvió sin las ansiadas riquezas, si bien Belalcázar conseguiría, el nombramiento de mariscal, capitán general y gobernador de Popayán, en medio del continente en marzo de 1540. No habría oro fácil que rascar, pero sí un territorio que gobernar.
El asesinato de Pizarro y sus consecuencias
Francisco Pizarro sería asesinado a manos del hijo de Diego de Almagro, que a su vez era ahijado de Belalcázar. El cordobés fue leal y no entro en disputas contra la corona, centrándose en su gobierno. De esta primera guerra civil pudo escaparse, pero no de la siguiente.
Cuando Gonzalo Pizarro, una vez vencidos los almagristas, se enfrentó al nuevo virrey Cristóbal Vaca de Castro. Castro era el hombre enviado desde España para reducir el poder de los encomenderos y de las grandes familias de conquistadores.
En un contexto de persecución a los grandes terratenientes, el hermano menor de Pizarro, Gonzalo, abandonó su retiro en Charcas para encabezar la Gran Rebelión de Encomenderos, en 1544, contra la Corona española en protesta por la dación de las Leyes Nuevas.
Al ver la envergadura de la revuelta, Núñez Vela se refugió en Quito, desde donde pidió ayuda a Belalcázar, quien, a pesar de haber recibido una carta de Pizarro instando a matar al virrey, supo mantenerse leal al Rey de España. El 18 de enero de 1545, el virrey y Belalcázar, al mando del ala izquierda, atacaron sobre Lima esperando sofocar la rebelión.
Gonzalo Pizarro preparo una emboscada en las proximidades de la ciudad que fundó su hermano mayor. En esta, Gonzalo demostró sus dotes militares y aplasto a las fuerzas realistas. Belalcázar fue herido en un brazo por el disparo de un arcabuz, mientras que el Virrey murió como consecuencia de un hachazo en el morrión.
El menor de los Pizarro, que ya tramaba casarse con su sobrina y proclamarse Rey del Perú, no solo le perdonó la vida a Belalcázar, sino que le permitió seguir al mando de su gobernación.
La verdadera traición
La excesiva clemencia de Pizarro hacia Belalcázar provocó la desconfianza inicial del nuevo hombre enviado desde España a pacificar el Perú, esto es, Pedro de la Gasca. Así y todo, otra vez se impuso en primera instancia el pragmatismo.
La Gasca necesitaba todos los hombres armados disponibles del continente y permitió al experimentado Belalcázar unirse a su campaña contra Pizarro. El andaluz combatió a favor del bando realista el 9 de abril de 1548, en la batalla de Jaquijahuana, donde Gonzalo fue capturado y al día siguiente ejecutado.
Una sincera y reiterada lealtad hacia la Corona no sería suficiente para la Gasca. Este insistiría en realizar a Belalcázar un juicio de residencia para comprobar su lealtad, otra vez… Este juicio llegaría en el peor momento, que en un memorial escrito al Rey reconoció lo precario de su economía y de su salud:
“Estoy muy viejo y cansado. Indios yo no los tengo, por haberlo mandado V.M. El salario que se me da, no me puede sustentar, por ser los precios de los mantenimientos y cosas necesarias en esta tierra excesivo”
Sebastián Belalcázar
Sin atender a los hechos sino a los rumores, un juez le condenó in absentia a la pena de muerte por delitos que iban desde haber robado parte del oro destinado al Rey como de haber ejecutado a uno de sus subordinados. Falleció poco después, en el año 1551, en la ciudad de Cartagena de Indias, cuando trataba de apelar la decisión del tribunal. Su testamento confirmó que, en efecto, tenía más deudas que patrimonio.
Muerte de Sebastián de Belalcázar
El 28 de abril de 1551 se presentó ante Belalcázar el escribano Andrés de Ribas, quien sería que tomaría puntual cuenta de todo el testamento de Belalcázar en vista de que este no sabía escribir.
Dejó su gobierno (Popayán) a su yerno Alonzo Diez Fuenmayor, quien se había casado con su hija María. En defecto suyo este pasaría a su hijo Sebastián, nacido en Panamá. Entre otras cosas, ordenó que sus bienes se repartieran en partes iguales entre sus hijos.
El testamento termina de la siguiente forma: “no lo firmó porque no sabía escribir, y no lo señalo de una señal acostumbrada porque no pudo”.
Poco después, probablemente durante los días siguientes, muere en la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia, el conquistador Sebastián de Belalcázar, en el año 1551.
Cuestiones frecuentes sobre Sebastián Belalcázar
En la localidad cordobesa de Belalcázar.
Nació en el año 1480.
Este explorador y conquistador español lideraría las fuerzas que fundarían las ciudades de Pasto y Popayá. Estas tendrían una gran importancia en la futura conquista de la parte del suroccidente y el occidente del país,
No en vano fue él quien fundó las ciudades ecuatorianas de y , y también la localidad colombiana de :
San Francisco de Quito (1534).
Santiago de Guayaquil (1535).
Cali (1536).
Pasto (1535).
Popayá (1537).
Falleció el 21 de abril de 1551
Falleció encarcelado a la espera de que se ejecutase su pena de muerte por enfermedades debidas a su edad.