- Doña Mencía Calderón de Ocampo, una gran mujer a recordar
- Biografía de Doña Mencía Calderón
- Naufragios y más naufragios.
- Estancia en Santa Catalina.
- Negativa de ayuda española, y cautivos de portugueses.
- Inicio de la ruta terrestre.
- La llegada de La Adelantada a Asunción.
- Mis Conclusiones.
- Seguro quieres saber más
- Otras grandes mujeres españolas que debes conocer
Doña Mencía Calderón de Ocampo, una gran mujer a recordar
Tras conocer las hazañas de varias mujeres relacionadas con el Virreinato de Nueva España, en este artículo tornamos la mirada en dirección sur. Más concretamente a la gesta que otra mujer excepcional, Mencía Calderón, realizó en el siglo XVI, llevando el primer gran grupo de mujeres peninsulares al sur de América, a través de selvas, ríos y sierras agrestes. Este grupo llegará a Asunción tras recorrer más de 1500 kilómetros a pie y enfrentarse a ingentes dificultades, por lo que merece un reconocimiento que intentaremos darle a lo largo de las siguientes líneas.
Biografía de Doña Mencía Calderón
Sus orígenes
Nuestra protagonista, Mencía Calderón, viene al mundo en Medellín, Badajoz, en el año 1514. Su padre era un noble local llamado Alonso García y pariente de los conquistadores Francisco Pizarro y Hernán Cortés, y su madre, la noble Ana de Ocampo, procedía de la localidad cacereña de Trujillo. No hay datos acerca de su juventud, aunque podemos suponer que continuó viviendo en la misma hasta que parte hacia América.
Se casa en 1535 con un vecino de Medellín, Juan de Sanabria, que era viudo y tenía ya un hijo, llamado Diego de Sanabria, de 3 años. No hay datos de esta vida en pareja, pero de la misma sabemos que nacen tres hijas, María, Mencía y Francisca. Juan de Sanabria acompaña a Alvar Núñez Cabeza de Vaca en su segundo viaje a América, cuando obtiene el título de Adelantado del Río de la Plata. Parten de Cádiz en los últimos días de 1540, llegando a Santa Catalina (actualmente territorio de Brasil), en enero del año siguiente. De ahí, por vía terrestre, continúan hasta Asunción, entonces sede de la gobernación de la provincia de Río de la Plata. Hay que destacar que en este trayecto descubren, en enero de 1542 las cataratas de Iguazú, siendo los primeros europeos en contemplar esta maravilla a la que denominan Salto de Santa María.
Al llegar a Asunción, Cabeza de Vaca se dispone a cumplir la misión que le encomienda el Rey. Esta consiste en poner orden en aquella parte del mundo, en el que los españoles allí asentados, entre los que había pocas mujeres peninsulares, se amancebaban con varias indias sin tomar esposa. Este tipo de actitudes, que va en contra de las Leyes de Indias, fue el motivo principal de ser enviado a Asunción. Los colonos españoles, cuyo líder es Domingo Martínez de Irala, no se toman esta labor de buen grado, lo que llevó a que, en 1544, se rebelaran contra Cabeza de Vaca. Llegaron incluso a denunciarle por abuso de poder ante el tribunal de Indias, que falla desterrando al Adelantado Alvar Nuñez Cabeza de Vaca a Orán en 1545. “El Adelantado Cabeça de Vaca gobernaba tiránicamente, excediendo en todo la orden de S.M.”.
Queda como gobernador interino Domingo Martinez de Irala. Dado el vacío de poder, el capitán Juan de Sanabria, partidario de Cabeza de Vaca, en 1547 decide solicitar al Rey Carlos I el ser nombrado Adelantado. A pesar de solicitarlo en 1547, no es hasta enero de 1549 cuando Juan de Sanabria recibe el nombramiento real como Adelantado. En el nombramiento, además, se le autoriza a trasladarse junto con 100 hombres casados y sus familias, así como con varias mujeres solteras para que pudieran matrimoniar con los españoles solteros de Asunción.
Un ejemplo claro de la situación en Asunción la podemos ver en el testamento que el propio Domingo Martínez de Irala hace, en el que reconoce la paternidad de los descendientes de 7 mujeres indígenas:
“Digo y declaro y confieso que yo tengo y Dios me ha dado en esta provincia ciertas hijas y hijos que son: Diego Martínez de Irala y Antonio de Irala y doña Ginebra Martínez de Irala, mis hijos, y de María mi criada, hija de Pedro de Mendoza, indio principal que fue desta tierra; y doña Marina de Irala, hija de Juana mi criada; y doña Isabel de Irala, hija de Águeda, mi criada; y doña Úrsula de Irala, hija de Leonor, mi criada; y Martín Pérez de Irala, hijo de Escolástica, mi criada; e Ana de Irala, hija de Marina, mi criada; y María, hija de Beatriz, criada de Diego de Villalpando, y por ser como yo los tengo y declaro por mis hijos y hijas y portales he casado a ley y a bendición, según lo manda la Santa Madre Iglesia […]”.
Domingo Martínez de Irala
Al llegar estas noticias al Rey Carlos, profundamente religioso, no es de extrañar que le preocupara tanto el solucionar la situación en que vivían sus súbditos, tanto peninsulares como indígenas.
Sin embargo, y ya comenzados los preparativos de la expedición, Juan de Sanabria fallece a los tres meses de ser nombrado Adelantado. Y aquí es donde empieza la implicación de Mencía Calderón en la empresa. Consigue que el hijo de Juan, Diego de Sanabria, herede a sus 18 años de edad, los derechos y obligaciones que el Rey le había concedido al padre.
Inicio del viaje al Sur.
Juan de Salazar y Espinosa, uno de los fundadores de Asunción, les acompañará desde Sanlúcar de Barreda. Se encontraba en Castilla por haber sido uno de los que custodió a Cabeza de Vaca tras ser apresado para que se le juzgara por el Tribunal de Indias. Inician la singladura el 10 de enero de 1550, y forman la expedición 3 naves, en la que han embarcado los 300 miembros que deberán llegar a Asunción, entre ellas 50 mujeres solteras. En ella parte como jefe de expedición Mencía Calderón, nombrada como tal por su hijastro, junto con Juan de Salazar. Su hijastro permanece en Sevilla intentando reclutar 500 soldados más y adquirir otras tres naves, necesarios para realizar las fundaciones de dos asentamientos en la costa atlántica, uno en Santa Catalina y otro en la entrada del Río de la Plata, que le encomendaba el Rey en el nombramiento de Adelantado. En este viaje comienza a conocerse a Mencía como La Adelantada. Viajan a la aventura en las naves San Miguel (en patache en el que embarca Mencía, y capitanea Juan de Salazar), la carabela Asunción y la nao San Juan.
Naufragios y más naufragios.
Desgraciadamente, la suerte no está del lado de nuestra protagonista. Tras avituallarse en las Islas Canarias, una tempestad en aguas del golfo de Guinea golpea a las naves españolas, que se separan, quedando solo el San Miguel. En esos días, con heridos y algunos desperfectos, es asaltada por unos piratas franceses. Tras este incidente, en el que sufren el robo de muchas de las pertenencias pero sin sufrir abusos las mujeres de la expedición, continúa el San Miguel el viaje al oeste. Este rumbo lo siguieron tras la tormenta tanto la San Juan como la Asunción, pero en otra tormenta, la primera se hunde junto con toda la tripulación.
Finalmente, el 16 de diciembre de 1550 llega el patache San Miguel a las costas americanas, a Santa Catalina, donde la Asunción la estaba esperando. Ambas naves estaban dañadas del trayecto desde las costas andaluzas, pero los expedicionarios no eran conscientes del alcance real de los daños sufridos. Al reunirse ambas naves, el piloto de una de ellas, Juan Sánchez, que ya había participado en el desembarco en aquellas costas de Cabeza de Vaca nueve años antes, propone anclarlas en una bahía cercana más resguardada. Pero la Asunción no soporta este corto trayecto, hundiéndose con 11 de sus tripulantes.
Estancia en Santa Catalina.
En este punto del viaje se dan cuenta que no podrán cumplir con lo ordenado por el Rey, pues con una sola nave con bastantes daños, y las tripulaciones del San Miguel y la Asunción, no podrían llegar al Río de la Plata. Los 2000 kilómetros de costa que separan Santa Catalina del Río de la Plata son imposibles de navegar en esas condiciones, por lo que Mencía decide que esa misión no podrían cumplirla. Por si eran pocas las desgracias que habían sufrido, al intentar entrar en el puerto de Santa Catalina unos días más tarde, el viento arrastra al patache San Miguel hacia los acantilados, contra los que se estrella y se destruye, muriendo bastantes expedicionarios. Tras este hundimiento, el recuento de expedicionarios es el siguiente: de los 300 integrantes iniciales de la expedición sobreviven 80 hombres y 40 mujeres.
En este puerto natural esperan los expedicionarios durante un par de años. En ese tiempo se dedican a intentar rescatar la mayor parte posible de restos del naufragio del San Miguel, y con ellos construyen un bergantín. Mientras se construye este barco, Mencía Calderón, nuestra Adelantada, envía a Asunción por vía terrestre dos expediciones para solicitar ayuda a su hijastro, Diego de Sanabria, pues suponía que tras los avatares de su viaje, y con el tiempo que había transcurrido, ya habría llegado y tomado posesión de su cargo.
Negativa de ayuda española, y cautivos de portugueses.
Ambas expediciones llegan a Asunción, tras recorrer los más de 1400 kilómetros de selvas, colinas y ríos, para ser apresados por Martínez de Irala. Diego de Sanabria no ha llegado aún a Asunción (ni llegaría nunca, puesto que parte de las costas andaluzas en 1552, pero naufragan dos de los tres barcos de la expedición, y retorna a la Península Ibérica), y Martinez de Irala no está por la labor de ceder el poder que ostenta.
El resto de los expedicionarios supervivientes se dirigen a bordo del bergantín hacia el norte, para pedir ayuda a los portugueses de Santos. El bergantín naufraga, pero ante la buena acogida que los náufragos tienen entre los portugueses, el resto de expedicionarios se dirige por tierra hacia el norte, recorriendo a pie los 600 kilómetros que les separaban. A pesar del buen trato inicial, las desavenencias entre portugueses y españoles llevan a que el gobernador portugués Sousa aprese a los castellanos, manteniendo el cautiverio durante casi dos años. Son liberados gracias a la mediación de dos religiosos jesuitas. Hay que destacar que durante el cautiverio reciben la noticia de la muerte en un naufragio de Diego de Sanabria, al intentar volver a América, por lo que la autoridad que ostentaba Mencía quedaría suspendida. A pesar de ello, por su liderazgo, siguió gozando de gran ascendiente entre los expedicionarios, que continuaron llamándola La Adelantada.
Inicio de la ruta terrestre.
Tras obtener la libertad, los expedicionarios se dividen en dos grupos. Uno de ellos, con Juan de Salazar a la cabeza, parte camino de Asunción en Abril de 1555, llegando a su destino en octubre de ese año.
El otro grupo, liderado por Mencía La Adelantada, siguen hacia el sur para cumplir con la orden de Su Majestad, y fundan el fuerte de San Francisco en las costas actuales de la provincia brasileña de Santa Catarina, unos 200 kilómetros al norte de Santa Catalina, punto inicial de la aventura en tierras americanas. Nuestros expedicionarios han de abandonar San Francisco apenas unos meses después de la fundación por los continuos ataques de las tribus indígenas de la zona, los carios. En agosto de 1555 los 22 hombres y 21 mujeres supervivientes que continúan con Mencía La Adelantada en el Fuerte San Francisco lo abandonan, comenzando el viaje terrestre en dirección a Asunción.
La llegada de La Adelantada a Asunción.
Dicen algunas crónicas que fue la llegada al fuerte de un mestizo, llamado Díaz, lo que motivó la salida del mismo. Este mestizo, conocedor de la ruta hasta Asunción, será el que presuntamente les guíe hasta su destino. Sin embargo, hay fuentes que no nombran a este individuo. Lo que sí se sabe es que, tras su salida en agosto de 1555, recorren durante meses los más de 1600 kilómetros que separan el Fuerte San Francisco de Asunción, llegando a la capital en mayo de 1556. Al quedar unos 60 kilómetros para llegar, los habitantes de la capital tuvieron noticia de la llegada de la expedición, acudiendo con carretas y caballos para hacerles más llevadero el tramo final del viaje, a lo que se negó Mencía, pues después de todo lo andado, prefería entrar por su propio pie en Asunción, a lo que se sumaron el resto de expedicionarios.
La llegada de estos 43 españoles a Asunción supuso una gran alegría a la población, pues multiplicaba las posibilidades de prosperar en aquella tierra. A los recién llegados se les conceden encomiendas. A nuestra protagonista se le concedió una gran finca en la que vivió hasta el fin de sus días. Durante su vida en Asunción fue siempre bien considerada entre todos los habitantes, pues gracias a su carisma y liderazgo logró que sobrevivieran la mayor parte de los que, tras partir de Castilla junto a ella, llegaron a poner sus pies en el suelo americano.
Es importante saber que la descendencia de Mencía Calderón jugó un papel importante en los años siguientes, pues uno de sus nietos, Hernando Suárez de Toledo Saavedra y Sanabria Calderón (más conocido como Hernandarias), participa en la segunda fundación de Buenos Aires, y en las de San Juan de Vera de las Siete Corrientes y de Concepción del Bermejo, y posteriormente fue nombrado Gobernador de Paraguay. Por lo que podemos ver que la determinación y el liderazgo de Mencía permanecen en la genética de sus descendientes.
Mis Conclusiones.
La vida de Mencía Calderón, como vemos, fue apasionante. Si bien no se dispone de información de la vida antes del inicio de esta aventura, sí que podemos asegurar que la determinación, liderazgo y carisma que demuestra durante los 6 años de epopeya hasta llegar a Asunción, fueron determinantes para la supervivencia de aquellos que la acompañaron.
Un dato curioso de la personalidad de esta extraordinaria mujer es que, estando en Sevilla preparando la partida de la expedición y tras el fallecimiento de su marido, tiene una visita importante para el futuro de la expedición. La madre de Mencía es quien la visita, para intentar convencerla de recuperar su dote tras haber enviudado, y volver a su Medellín natal para continuar su vida, y que dejara a su hijastro Diego de Sanabria, a cargo de la expedición. La respuesta de Mencía fue vender todas las propiedades que tenía el matrimonio en Medellín, para con ello financiar la expedición, y despedirse de su madre, pues no pensaba volver sin haber intentado cumplir con su objetivo.
Esta determinación, este espíritu de aventura, este afán de conocer las tierras de las que le había hablado su marido y que ella sabía que estaban al otro lado del horizonte, la llevaron a huir de una vida acomodada para afrontar peligros, selvas, ataques y otras dificultades que, aunque en ese momento le eran desconocidas, sabía en su fuero interno que quería enfrentarse a ellas, para demostrar que era capaz de vencerlas.
Esta mujer, Mencía Calderón de Ocampo, fue determinante en la historia del cono sur americano, pues su historia llevó a sus descendientes a seguir ampliando los territorios de la Corona Española desde el actual Paraguay llegando, de nuevo, a las costas del atlántico y participando en el germen de lo que hoy son Argentina y Uruguay, frenando la expansión portuguesa al sur, que pretendía llegar al Río de la Plata.