- Hernán Cortés y el mundo en el que vivió
- Biografía de Hernán Cortés
- Encuentro con dos “mayas” barbudos
- Primera batalla en Tierra Firme: Batalla de Centla
- La política de alianzas con los indígenas fortalece a Cortés.
- No hay marcha atrás: Cortés inutiliza las naves
- La alianza con Tlaxcala y Cholula, sellada con sangre
- La llegada a Tenochtitlán
- Pánfilo de Narváez intenta arrestar a Cortés
- Pedro de Alvarado prende la mecha en Tenochtitlán
- Otumba: la primera piedra de la construcción del Virreinato
- Hernán Cortés expande el Virreinato
- Hernán Cortés regresa a España
- La descendencia de Hernán Cortés
- Mis conclusiones
- Seguro que te gusta
- Otros artículos que te ayudaran a contextualizar la figura de Cortés
- Dudas frecuentes sobre Hernán Cortés
Hernán Cortés y el mundo en el que vivió
Tras la anexión del Reino nazarí de Granada a la Corona de Castilla, los Reyes Católicos comienzan a mirar tanto al este como al oeste. Comienzan las guerras con Francia en la Península Italiana y prácticamente de manera simultánea comienza la expansión a través del Océano Atlántico hacia las nuevas tierras que, en el año 1492 descubre Cristóbal Colón.
Son momentos en los que cualquier persona con ganas de aventuras, puede elegir su destino. O marchar a Italia, alistándose en los Tercios que en esa época comienzan a labrar la leyenda que les hará inmortales, o bien marchar hacia lo desconocido, al Nuevo Mundo.
Lugares desconocidos, poblados por gentes desconocidas, con costumbres, armas y dioses de los que jamás habían tenido constancia y que difícilmente podrían imaginar. Territorios de extensiones inimaginables, que alimentaban la imaginación y las ansias de aventura de los habitantes de la península.
Entre todos aquellos que pusieron un pie en los galeones y naos que pusieron rumbo oeste, muchos murieron en el intento de hacerse un hueco en la historia e inmortalizar su nombre, pero otros sí lo consiguieron, perdurando en los libros de historia. Con sus luces y sus sombras, como todas las acciones realizadas por cualquier pueblo o persona a lo largo de la historia desde la más lejana antigüedad hasta la actualidad, la gesta que la naciente España realiza a lo largo de esos siglos es admirable. Y entre estas, destacan las conquistas de los imperios Inca y Azteca. Muchos conquistadores parten de Extremadura. Tierra forjadora de hombres duros desde la que partirán hacia las Américas a buscar su futuro Francisco Pizarro y sus hermanos, Pedro de Alvarado, Mencía Calderón, Inés Suárez, Pedro de Valdivia, Francisco de Orellana, o Vasco Núñez de Balboa.
Biografía de Hernán Cortés
En este artículo trataremos de explicar la historia de Hernán Cortés, nacido en Medellín, un pequeño pueblo extremeño. Un hombre que deja atrás hacienda y su casa noble, para vivir una aventura que grabará su nombre en las historia de la Humanidad, por toda la eternidad. Intentaremos analizar en las líneas que siguen, de manera objetiva, la vida y el legado del hidalgo extremeño.
La vida de Cortés hasta su desembarco en las Indias Orientales
Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano nace en Medellín el verano del año de 1485. Sus padres, procedentes de familias hidalgas aunque con una hacienda muy escasa (apenas una viña, un molino y un colmenar). Hijo único de la familia, fue un niño que durante su infancia enfermaba con asiduidad y que estuvo a punto de fallecer por enfermedades en varias ocasiones.
Cuando cumple 14 años es enviado a Salamanca, para que realice sus estudios. Consigue esta oportunidad dado que en aquella Universidad enseñaba gramática el cuñado de su padre, Francisco Núñez de Valera, pues con los ingresos de la hacienda familia, sus padres no hubieran podido afrontarlos.
Tras dos años en Salamanca, y a pesar de que su pariente era profesor en la misma, regresa a Medellín sin haber conseguido el título de bachiller, hecho que causa profunda decepción en el seno familiar, dado que esperaban que consiguiera un buen puesto en la administración real para así mejorar tanto su posición como sus ingresos. A pesar de no conseguir el título, sí que aprende latín, dialéctica y leyes. Actúa como asistente de un escribano en Valladolid durante algún tiempo, donde profundiza en el conocimiento y aplicación de la justicia.
Adquiere, ya de vuelta en la casa familiar, gran destreza en el uso de las armas, por las que sentía una gran afición desde siempre. Y aunque se alista con Nicolás de Ovando para partir a las Indias, no puede hacerlo al quedar muy malherido tras caer de un tejado al intentar visitar a una mujer, posiblemente casada, el año 1502. En esa expedición, en cambio, sí que viaja su pariente Francisco Pizarro.
Intenta alistarse con la hueste que recluta Gonzalo Fernández de Córdoba para participar en las campañas italianas. Sin embargo, no puede y posteriormente zarpa hacia la Española, en 1504 aunque hay datos de un pago posterior, en 1506, realizado por su padre, de un pasaje a América. Por ello hay quien supone que regresa a las tierras peninsulares para posteriormente regresar a las islas del Caribe.
Hernán Cortés embarca en dirección a América
Una vez allí, se asienta en la isla de La Española, donde combate a los caciques indígenas que se rebelan contra la presencia de los españoles en la misma. En esta revuelta su papel debió ser bueno, dado que se le otorgan, una vez finalizado el conflicto, tierras en propiedad y es nombrado escribano público de una de las localidades de la isla por parte del gobernador Nicolás de Ovando, también extremeño nacido en Brozas, una localidad de Cáceres.
Tras descubrirse que Cuba era una isla, se inicia la conquista de la misma. Diego Velázquez de Cuéllar, el año 1511, recluta a Hernán Cortés como secretario del tesorero de la expedición. Fue una conquista sencilla, y a nuestro protagonista se le concede una encomienda en Manicarao, donde desarrolla su ganadería y explota una mina de oro que le convierten en hombre adinerado. Se le nombra más tarde como alcalde de la recientemente fundada ciudad de Santiago de Cuba. Su carácter y ascendiente entre sus iguales le hace ser acusado de conspirar en contra del gobernador, aunque es puesto en libertado al poco tiempo aunque desposeído de sus cargos.
Desposa a la señora Catalina Juárez, cuñada del gobernador, quizás por congraciarse con él y poder conseguir algún permiso para calmar su sed de aventuras y explorar nuevas tierras. Pronto será nombrado secretario personal de Diego Velázquez, junto con el que planea nuevas expediciones que desde Cuba irán irradiándose a nuevos territorios.
La primera que llega a Tierra Firme, que parte de Cuba en febrero de 1517 lo hace al mando de Francisco Hernández de Córdoba. La llegada a estas tierras fue accidental, tras sufrir la flota una tormenta que desvía su rumbo hacia el sur, que inicialmente debía dirigirse al oeste. La recepción por los indígenas fue muy amistosa, y descubren que habitan en casas de piedra y con una estructura social muy similar en cuanto a complejidad a la que se podía encontrar en el continente europeo. Cuando empiezan a explorar tierra adentro, se encuentran con mayor hostilidad de los indígenas locales, sufriendo cada vez más bajas, lo que les hace volver a subir a los barcos y regresar a la isla de Cuba.
Tras recibir el informe de Francisco, que muere al poco tiempo de llegar a la isla como consecuencia de las heridas, el gobernador organiza otra expedición, que pone al mando de Juan de Grijalva y parten de Cuba en abril de 1518. Llegan a las costas de Yucatán, pensando inicialmente que era una isla. Tras algunos combates con los locales, continúan navegando paralelos a la costa norte de la península, desde Tulum. Llegan a un río, al que dan su nombre (río Grijalva), en la provincia de Tabasco. Allí, desembarcan en una ciudad llamada Potonchan, cuyo líder se llamaba Tabscoob, y que les recibe amistosamente.
«…Otro día en la mañana vino el cacique o señor en una canoa, y le dijo al capitán que entrase en la embarcación, luego le dijo a unos indios que vistiesen al capitán con un coselete y unos brazaletes de oro, borceguíes hasta media pierna con adornos de oro, y en la cabeza le puso una corona de oro. El capitán mandó a los suyos que vistiesen al cacique con un jubón de terciopelo verde, calzas rosadas, un sayo, unos alpargates y una gorra de terciopelo». Extracto de la crónica “Itinerario de la Armada” de Juan Díaz, que relata el encuentro entre Grijalva y el cacique Tabscoob.
Tras unos días descansando, siguen costeando hacia el norte, hasta llegar a una lengua de tierra a la que llamaron San Juan de Ulúa. Siguen navegando hacia el norte, pero hay algunas muestras de disensión entre los expedicionarios. Pedro de Alvarado, uno de los capitanes de Grijalva, se separa de la expedición y días después, tras regresar con el grueso, es enviado de vuelta a la isla de Cuba como castigo por su acción. Unas semanas más tarde, Grijalva y sus hombres regresan también, pero los indígenas locales, Mayas-Chontales, dan a los españoles las primeras noticias de la existencia de un gran reino en el interior, el Imperio Azteca, que poseía mucho oro y otras riquezas y que tenía sojuzgado a muchos pueblos.
Grijalva, a su regreso, es destituido por el gobernador, debido a que no había establecido colonia o poblado alguno en las costas de la península de Yucatán. Sin embargo, los relatos de los participantes en la expedición no frenan los planes que Velázquez tiene para continuar con la expansión hispana hacia el occidente de la isla de Cuba.
Hernán Cortés pone su pie en Tierra Firme
Con estas informaciones, Velázquez organiza una tercera expedición, al mando de la cual pone a nuestro protagonista, a quien le encomienda el comenzar a reclutar soldados para esa tercera expedición. Pero sin embargo, a la misma velocidad que crece la hueste de Cortés aumenta la desconfianza que el gobernador tenía en él. Esta desconfianza creciente la notaba ya el extremeño, que cuando contaba con fuerzas que creyó que podían ser suficientes, parte de la isla adelantándose a la fecha que tenía prevista Velázquez. La expedición, por cierto, no la financia la Corona, sino particulares, que eran el propio Hernán Cortés y Velázquez, junto con otros dos españoles adinerados establecidos en Cuba, Andrés de Duero, y Amador de Lares.
En el mes de noviembre de 1518 comienza la aventura que escribirá con letras de oro el nombre de Cortés en las páginas de la historia. Parte de la isla con algo más de medio millar de soldados y más de cien marineros, 16 jinetes, 50 hombres entre arcabuceros y ballesteros (eran más numerosos los segundos), unos 200 hombres más entre negros e indígenas de las islas del mar Caribe, y algunas piezas artilleras de poco calibre, todo ello embarcado en varias naves. Parten del puerto de Santiago de Cuba, costeando la isla hasta que abandonan la seguridad de esas aguas para lanzarse a la aventura.
En la expedición participa como piloto mayor Antón de Alaminos, que había navegado en las dos expediciones anteriores, y como capitanes al ya conocido Pedro de Alvarado, Alonso Hernández Portocarrero, Cristóbal de Olid, Gonzalo de Sandoval y otros hombres, con experiencia en combate en las tierras italianas.
Desembarca a finales de febrero en Cozumel, ciudad importante en la península de Yucatán, puerto y lugar religioso importante para los mayas. Inicialmente los indígenas huyen de la ciudad, abandonándola. Sin embargo consiguen que se acerquen y se presentan al gobernador local. Les hablan de la religión cristiana, y destruyen las imágenes de los dioses locales del templo de la diosa de la fertilidad Ixchel con el beneplácito de los mayas, instalando en su lugar la imagen de la Virgen María.
“Espantáronse los isleños de ver aquella flota y metiéronse al monte, dejando desamparadas sus casas y haciendas. Entraron algunos españoles la tierra adentro y hallaron cuatro mujeres con tres criaturas y trajéronlas a Hernán Cortés, y por señas de los indios que consigo llevaba, entendió que la una dellas era la señora de aquella tierra y madre de los niños. Hízole Cortés buen tratamiento, y ella hizo venir allí a su marido, el cual mandó dar a los españoles buenas posadas y regalarlos mucho. Y cuando vio Cortés que ya estaban asegurados y contentos, comenzó a predicarles la fe de Cristo. Mandó a la lengua que llevaba, que les dijese que les quería dar otro mejor Dios que el que tenían. Rogóles que adorasen la Cruz y una imagen de Nuestra Señora, y dijeron que les placía. Llevólos a su templo y quebrantóles los ídolos y puso en lugar dellos cruces y imágines de Nuestra Señora, lo cual todo tuvieron los indios por bueno. Estando allí Cortés nunca sacrificaron hombres, que lo solían hacer cada día.”
Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V, escrito por Prudencio de Sandoval, año 1603.
Aquí, en Cozumel, descubre la organización política del Yucatán. En ese momento los mayas se encuentran divididos en 16 reinos o territorios diferentes, cada uno con su gobernante y su propia estrategia. También por boca de este gobernante conoce más detalles de la organización de los aztecas, y de su política territorial, de la lealtad de las ciudades que forman parte de la alianza con los mexicas, así como aquellas que les oponen resistencia. Y con toda esta información, empieza a fraguarse en el cerebro del hidalgo extremeño la estrategia de la conquista.
Encuentro con dos “mayas” barbudos
Tras Cozumel, Hernán Cortés sigue costeando Yucatán en dirección a las tierras de Tabscoob. Para tratar con los indígenas, el extremeño disponía de Melchorejo, un joven maya. Por las conversaciones que Melchorejo mantuvo con los habitantes de la zona, supo que había “hombres barbudos” (hemos de recordar que los indígenas eran barbilampiños), por lo que Cortés y los suyos supusieron que se trataba de españoles. Y así era, puesto que se trataba de dos náufragos. Son los únicos supervivientes de un barco de la expedición de Vasco Núñez de Balboa, cuando vuelve a Cuba tras descubrir el Mar del Sur. Los dos son tomados como esclavos por los mayas y llevados a la ciudad de Maní, en el centro de la península.
El primero de ellos, Jerónimo de Aguilar, que era fraile, se convierte en esclavo de un sacerdote de los mayas, de quién aprende su lengua. Sin embargo, se mantiene fiel a su lengua, costumbres y religión.
“…(Aguilar) dixo que saltando de la barca los que quedaron vivos, toparon luego con indios, uno de los cuales con una macana hendió la cabeza a uno de los nuestros, cuyo nombre calló; y que yendo aturdido, apretándose con las dos manos la cabeza, se metió en una espesura do topó con una mujer, la cual, apretándole la cabeza, le dexó sano, con una señal tan honda que cabía la mano en ella. Quedó como tonto; nunca quiso estar en poblado, y de noche venía por la comida a las casas de los indios, los cuales no le hacían mal, porque tenían entendido que sus dioses le habían curado, paresciéndoles que herida tan espantosa no podía curarse sino por mano de alguno de sus dioses. Holgábanse con él, porque era gracioso y sin perjuicio vivió en esta vida tres años hasta que murió”.
Así lo escribió Francisco Cervantes de Salazar en su Crónica de la Nueva España.
Por Gerónimo de Aguilar saben de la existencia de Gonzalo Guerrero, otro superviviente del mismo naufragio. Había participado anteriormente tanto en la guerra de Granada como en las guerras de Nápoles a las órdenes del Gran Capitán. Sin embargo, se niega a seguir a Hernán Cortés. Tras su naufragio y durante su esclavitud, realiza duros trabajos junto a Aguilar. En algunos enfrentamientos contra grupos rivales, participan activamente, destacando por sus habilidades. Estas noticias llegan al cacique Taxmar, que los reclama para que le aconseje en temas bélicos. Comienza a entrenar a los guerreros en tácticas propias de los europeos, como las distintas formaciones (columna, en cuadro, relevos en el frente de las formaciones, ataques por los flancos,….), llegando a formar incluso algo parecido a una falange griega en una batalla contra los mayas cocomes, gracias a la que resultan vencedores y con la que se gana la confianza total de Taxmar y sus súbditos. Tras ello, Taxmar regala al señor maya Na Chan Can, quien decide poner a Guerrero, al servicio de Balam, que era el jefe de su ejército. Guerrero le sirve como esclavo hasta que salva la vida de Balam cuando era atacado por un caimán, ganando con este valiente gesto la eterna gratitud de Balam y su libertad.
Guerrero a partir de ese momento decide continuar con lo que mejor sabía hacer, con el oficio de soldado, por lo que se une a la milicia de Balam. Participa en varios combates contra los enemigos de su nueva sociedad, ascendiendo por méritos de guerra hasta ocupar el puesto de Balam como jefe de la milicia, al tomar como esposa a la hija de Na Chan Can, llamada Zazil Ha. En ese tiempo se realiza los tatuajes propios de su nuevo cargo. De este matrimonio nacen tres hijos, que son considerados los primeros mestizos del continente, por lo que se considera a Gonzalo Guerrero y a Zazil Ha como los padres del mestizaje. Al recibir la invitación de Hernán Cortés a unirse a la expedición, la rechaza.
“Y luego le preguntó por Gonzalo Guerrero, y dijo que estaba casado y tenía tres hijos, y que tenía labrada la Cara y horadadas las orejas y el bezo de abajo, y que era hombre de la mar, de Palos, y que los indios le tienen por esforzado; y que hacía poco más de un año que cuando vinieron a la punta de Cotoche un capitán con tres navíos (parece ser que fueron cuando vinimos los de Francisco Hernández de Córdoba) que él fue inventor que nos diesen la guerra que nos dieron, y que vino él allí juntamente con un cacique de un gran pueblo.”
Bernal Díaz del Castillo así lo escribió en su Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España.
Hay quien piensa que por estar casado y con hijos, pero lo más plausible es que lo hiciera por haber asimilado la cultura maya como suya, renunciando al cristianismo y adoptando las costumbres mayas. Además, en los años sucesivos combate a las distintas expediciones que los españoles envían a la zona, consiguiendo que la resistencia maya a la conquista fuera enconada y complicada. Muere, por cierto, en combate contra españoles, en la actual Honduras, el año 1536.
“Y arcabuceros y otras personas combatiendo la entrada o salida del albarrada al río y en la proa de la canoa una pica de artillería, que con lo uno y lo otro hizo tanto daño a los indios hasta que ellos, de su voluntad, se vinieron a dar a la obidiencia y servicio de vuestra majestad. Dijo el cacique Cicimba como, antes que se diesen, con un tiro de arcabuz se había muerto un cristiano español que se llamaba Gonzalo Aroza que es el que andaba entre los indios en la provincia de Yucatán veinte años ha y más, que es éste el que dicen que destruyó al adelantado Montejo. Y como lo de allá se despobló de cristianos, vino a ayudar a los de acá con una flota de 50 canoas para matar a los que aquí estábamos antes de la venida del adelantado […] Y andaba este español, que fue muerto defunto, labrado el cuerpo y en hábito de indio”.
Legajo 39, sección Gobierno (Audiencia de Guatemala). Archivo General de Indias.
Primera batalla en Tierra Firme: Batalla de Centla
Siguen costeando, en dirección a las tierras del Cacique Tabscoob, siguiendo la ruta que Alaminos ya conocía. Tras desembarcar el 12 de marzo de 1519, Cortés se dirige a Tabscoob a través de su intérprete Aguilar, solicitando poder comprar agua y comida para continuar su viaje, y así lo hicieron. Sin embargo, no le parece suficiente. Tras la misa que se celebra el día siguiente, y que es considerada la primera celebrada en territorio mexicano, avanza en dos columnas hacia la ciudad gobernada por Tabscoob, Potonchán. Al ser descubiertos, son requeridos por Cortés para subordinarse al Rey de España y que les dejaran desembarcar. Sin embargo, se resisten a ello, lanzando una lluvia de flechas. Las detonaciones de las armas de fuego asustan a los nativos, mientras la columna de Hernán Cortés avanza hacia los indígenas. La segunda columna, dirigida por Alonso de Ávila, rodea el poblado y lo asalta por la retaguardia. De esta forma, cae la ciudad en manos de los españoles. Tras este combate toman posesión de aquellas tierras en nombre del Rey.
“En los cues de aquel patio mandó Cortés que reparásemos y que no fuésemos más en seguimiento del alcance, pues iban huyendo, y allí tomó Cortés posesión de aquellas tierras por Su Majestád y … en su real nombre, y fue desta manera: Que desenvainada su espada, dio tres cuchilladas en señal de posesión en un árbol grande que se dice ceiba, que estaba en la plaza de aquel gran patio…”.
Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España.
Tras pasar la noche en la población recién tomada, Hernán Cortés decide explorar los alrededores, para lo que envía a Alvarado con un centenar de hombres y a Francisco de Lugo con otros tantos. Este último se encuentra con diferentes partidas de enemigos, combatiéndoles con disparos de arcabuz y con la espada. El sonido de los arcabuces llama la atención a la partida de Alvarado que acude a socorrerlos, logrando la victoria en la escaramuza. De ahí se desplazan siguiendo el curso del recientemente llamado río Grijalva, hasta el mar. Allí vuelven a combatir contra los naturales de la zona, venciendo gracias a las armas de fuego y principalmente a los caballos, animales que no conocían y que pensaban que estaban compuestos por la mitad superior con forma de hombre y la inferior, de animal.
Tras esta batalla, en la que los indígenas pierden multitud de guerreros, solicitan la paz. Entre las prendas que le ofrecen a Hernán Cortés para sellar la paz hay 20 mujeres esclavas. Una de ellas será esencial para el futuro del extremeño. Se llamaba Malintzin, conocida como Malinche entre los españoles y de la que compartimos su historia en esta misma página. Además de la paz, sellan la alianza con los españoles.
Fundan en las proximidades de Potonchan la villa de Santa María de la Victoria, hoy desaparecida. Por los locales conocen de la existencia del país de los aztecas, de sus políticas expansionistas, del trato que daba a los pueblos sometidos y de sus excepcionales riquezas.
La política de alianzas con los indígenas fortalece a Cortés.
Siguen la navegación hacia el noroeste, y en el trayecto encuentran un día multitud de canoas aztecas enviadas por el tlatoani Moctezuma. Se entablan las primeras conversaciones entre aztecas y españoles, en las que cada parte intenta ganar conocimiento sobre la otra.
Durante este tiempo, Hernán Cortés conocerá las virtudes que Malinche tendría, puesto que era capaz de traducir del náhuatl al maya, para que Jerónimo de Aguilar pudiera hacerlo del maya al español. Poco a poco, la mujer va aprendiendo la lengua de los conquistadores, haciendo que Aguilar tomara un papel secundario como traductor. Aprovecha Cortés las conversaciones con Malinche para tomar consciencia más profunda de la organización territorial de las tierras que se abren frente a los españoles, así como las relaciones entre los diferentes pueblos, costumbres y usos de las poblaciones, etcétera. Así va construyendo en su mente las estrategias que, en el futuro cercano, seguiría para optimizar los esfuerzos que haría con las escasas fuerzas peninsulares disponibles.
Funda en la costa la ciudad de Villa Rica de la Vera Cruz, sobre la ciudad totonaca de Quiahuiztlán. Aquí sus tropas le insisten varias veces, a las que inicialmente se opone, en que se proclame Capitán General. De esta manera, pasaría a depender directamente del Rey y no del Gobernador de Cuba. Finalmente acaba accediendo, y nombra regidor, alcalde, tesorero, alguacil… y el resto de autoridades que en cualquier ciudad española eran nombradas para la gestión de la vida de la misma. Es muy probable que el propio Hernán Cortés estuviera detrás de la proclamación como Capitán General, dado que tanto él como los que le acompañan empiezan a ver las grandísimas riquezas que podrían encontrar en Tierra Firme.
Al acceder a este nombramiento, inicia una política diplomática con las ciudades cercanas, mediante la cual se percata que multitud de pueblos se oponen firmemente a la dominación que pretende ostentar la nación azteca sobre el resto. Los pueblos Totonacas, cuya ciudad más poblada y que podría considerarse su capital era Cempoal, se deciden aliar con Cortés para apoyar la conquista de Tenochtitlán. Un total de 30 poblaciones de esta etnia participan en la misma, aportando un contingente de 1300 guerreros en total.
Durante el tiempo que los españoles permanecen en territorio totonaca, acuden varios recaudadores de impuestos aztecas. Al haberse aliado con los españoles, Cortés les aconseja no darles tributo alguno, y poner a los recaudadores bajo arresto. Libera a dos secretamente para trasladar un mensaje de paz a Moctezuma ofreciéndose a acabar con el alzamiento totonaca, huey tlatoani de Tenochtitlán, aunque lo que realmente querría es evaluar la fuerza de su contraparte. Cuando fías más tarde llega una embajada azteca con regalos para los europeos en agradecimiento a su ofrecimiento de lucha contra los alzados totonacas, Cortés convence a los líderes totonacas de que los aztecas ya no tienen poder sobre ellos, asegurando esta alianza. Se refuerza esta alianza entre totonacas y españoles tras una victoria de Cortés, combatiendo únicamente con sus jinetes, sobre una hueste azteca de poca entidad que se dirigía a una de las ciudades en rebelión, para obligarles al pago de los impuestos.
Mientras Hernán Cortés realiza estas acciones, el Gobernador de Cuba va recibiendo noticias de los avances del extremeño, por lo que traslada a la Corte la petición de ser nombrado Adelantado del Yucatán y poder apoderarse de lo ya obtenido por Cortés. Éste, sin embargo, tampoco se queda quieto y envía en una de sus naves a Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo, con una gran parte del botín que el propio Cortés había obtenido para sí además del correspondiente Quinto Real y la primera de las Cartas de Relación que escribirá nuestro protagonista, para convencer al Rey de que refrendara el nombramiento de Cortés como Capitán General, nombrándolo Adelantado de la Nueva España. De esta Carta de Relación no se tiene copia, pues se perdió, aunque por las referencias que en obras de la época se hacen a ella, se sabe que era dirigida a la Reina Juana y a su hijo el Emperador Carlos, que describían la relación entre el Gobernador Velázquez y Cortés, y las diferentes batallas que hasta el momento habían tenido lugar. Además, hablaba de la fauna y flora que se encontraban hasta el momento, los pueblos que poblaban aquellas tierras y los sacrificios humanos que realizan, y los nombramientos hechos en la fundación de Veracruz, reflejados en la Carta del Cabildo, que firman todos los nombrados para ejercer los cargos públicos de la villa.
Hernández Portocarrero y Montejo fueron encarcelados inicialmente por el obispo de Burgos, que favorecía a Velázquez. A pesar de este contratiempo, consiguen el refrendo Real para Cortés por lo que se preparan para volver a las tierras americanas. Montejo lo conseguirá, teniendo posteriormente un papel importante en la conquista de las tierras de la península de Yucatán, sin embargo, Portocarrero fallecerá en prisión.
No hay marcha atrás: Cortés inutiliza las naves
Ante la situación legal en que se encuentra Hernán Cortés, sabiendo que su nombramiento no ha sido aún refrendado por la Corona, y teniendo en cuenta que era posible que algún miembro de la expedición se pudiera alinear con los intereses del Gobernador Velázquez, decide tomar una drástica decisión: inutilizar los barcos. Para ello se barrenaron o se embarrancan, utilizando las piezas de los buques años después, como veremos más adelante. Sólo se salva uno de ellos, el que partió a España con Montejo y Portocarrero en dirección a la Corte. Este navío, por cierto, hace escala en Cuba, enterándose el Gobernador Velázquez por sus informadores de la marcha de la empresa de Cortés y de su proclamación como Capitán General, iniciando Velázquez los preparativos para formar una hueste que será enviada a arrestar al hidalgo extremeño.
En esta situación se produce un pequeño conato de deserción, liderado por soldados próximos a Velázquez. Se les realiza un consejo de guerra, ejecutándose a los cabecillas Juan Escudero y Diego Cermeño, perdonándose al resto.
El 16 de agosto de 1519, tras dejar una guarnición en Veracruz compuesta por unos cuantos españoles (muchos de ellos heridos), parte Hernán Cortés camino de Tenochtitlán al mando de una tropa de unos 400 soldados españoles, 15 jinetes, 6 piezas pequeñas de artillería y los 1300 totonacas, junto con 200 porteadores indios y los intérpretes Aguilar y Malinche. Avanzan por los territorios totonacas en un primer lugar, siendo bien recibidos por aquellos lugares por los que pasaban. Pero tras partir de Xalapa, último poblado totonaca, comienzan a entrar en territorios afines a los aztecas.
A pesar de ello, siembre son bien recibidos, pues Moctezuma así lo ordena. Pasan por varias poblaciones, llegando a Zautla. En todas ellas invitan a los indígenas a unirse a la rebelión contra la dominación azteca, pero todos rehúsan. Además, reciben las indicaciones de los trayectos a seguir para llegar a Tenochtitlán, tratando de evitar el paso por las tierras de Tlaxcala, enemigo de los aztecas. Sin embargo, los líderes de la tropa totonaca, temiendo sufrir una emboscada por los afines a Moctezuma, y aconsejando sellar una alianza con los tlaxcaltecas, aconsejan a Cortés seguir otros caminos.
La alianza con Tlaxcala y Cholula, sellada con sangre
Los consejos totonacas llevan a los españoles a las tierras tlaxcaltecas. Los tlaxcaltecas eran parte de una confederación de territorios que se oponen a Tenochtitlán y que habían venido sufriendo durante años las guerras floridas. Estas guerras, provocadas por los aztecas y sus aliados, tenían como objetivo la captura de multitud de cautivos de sus enemigos, para posteriormente sacrificarlos a sus dioses.
Les envían los españoles unos mensajeros, para ofrecerles una alianza contra los aztecas. El senado tlaxcalteca se reúne y parte de los senadores apoya la alianza, pero otra parte no. Finalmente se toma la decisión de que una nación de la confederación tlaxcalteca, los otomíes, atacara a los españoles. Si vencían, la confederación tlaxcalteca ganaría influencia entre sus vecinos, pudiendo robar aliados a los aztecas; y si perdían, podrían argumentar que los otomíes eran los únicos confederados que se oponían a la alianza. Vencen los españoles y totonacas el día 2 de septiembre de 1519 a los otomíes, produciéndose algunos combates los días posteriores, en los que los españoles vencen de nuevo. Finalmente, el 18 de septiembre se firma la paz y la alianza, esencial en el devenir de la historia. La hueste que se dirige a Tenochtitlán aumenta considerablemente, pues se le unen 2000 guerreros tlaxcaltecas.
Sus pasos les llevan seguidamente a la ciudad de Cholula, aliada de los aztecas y enemiga de Tlaxcala. Reciben a los españoles y totonacas en la ciudad, hospedándolos en el interior de sus muros, debiendo quedarse los auxiliares tlaxcaltecas en el exterior. Durante dos días colman de atenciones a la hueste de Hernán Cortés, pero mientras reciben instrucciones de Moctezuma para eliminar a sus enemigos. Una anciana confiesa a la Malinche las secretas intenciones de los dirigentes de Cholula, advirtiendo a Cortés. La mañana siguiente se produce un ataque sin aviso previo de los españoles y sus aliados a los cholultecas, produciéndose una matanza de 5000 hombres. Durante dos semanas permanece la ciudad en manos de los aliados, pasadas las cuales los dirigentes de Cholula claudican, sellando la paz con Cortés y entrando a formar parte de la alianza contra los aztecas.
Salen los primeros días de noviembre de 1519 de Cholula, pasando por el hoy conocido Paso de Cortés entre los volcanes Iztaccíhuatl y el Popocatépetl. Diego de Ordás, junto con otros dos españoles, escala a la cima del segundo, en busca de azufre para fabricar pólvora y serán los primeros europeos en alcanzar esta cota.
La llegada a Tenochtitlán
El día 8 de noviembre finalmente llegan a las puertas de Tenochtitlán, encontrándose los dos líderes contendientes, el huey tlatoani Moctezuma y Cortés, a los que asisten los intérpretes Aguilar y Malinche. Tenochtitlán a la llegada de los españoles era una ciudad asentada en el lago Texcoco, inicialmente en un islote, pero que al aumentar de tamaño se extiende a otros. Para la comunicación entre los mismos se contaba con puentes y con diversos canales, que servían para el tráfico de las canoas en las que se transportan mercancías y personas. Era de tamaño el doble que Sevilla, ciudad más grande en España en aquellos entonces, con una organización geométrica en cuanto a su trazado, y con una organización administrativa por barrios, cada uno con sus cargos nombrados y con sus responsabilidades marcadas.
Se cree que Moctezuma pensaba que Cortés y los suyos eran enviados de Quetzalcóatl, y por lo tanto dioses o semidioses. Tras las entrevistas iniciales, en las que Cortés le habla del Rey de España y le pide que se someta a él, son alojados para continuar las conversaciones en los días siguientes en el palacio de Axayácatl, padre del huey tlatoani. En estas conversaciones, parece que Moctezuma acuerda someterse al Rey español. En el palacio, además, los españoles descubren un gran tesoro oculto tras una pared al intentar construir una capilla en su interior.
Mientras tanto, fuerzas mexicas de Nautla atacan a los totonacas, que recordemos habían dejado de pagar impuestos. Los españoles de Veracruz, fieles a la alianza, luchan junto a sus aliados contra los aztecas, logrando hacer huir a estos últimos. Sin embargo, llevan a la capital azteca la cabeza de uno de los soldados españoles caídos en combate para demostrar que no son dioses, sino humanos. Moctezuma ordena dejar de atacar a los españoles y mientras están en la capital, les muestra los templos y palacios, los mercados y los canales. Tras llegarle a Cortés las noticias del ataque a Veracruz de Nautla, toman prisionero en el palacio al tlatoani, el día 14 de noviembre.
Pánfilo de Narváez intenta arrestar a Cortés
El gobernador Velázquez consigue reclutar 1400 infantes y 80 jinetes. Con estos embarcados en casi 20 navíos, y junto con mil auxiliares indígenas de Cuba, todos bajo el mando de Pánfilo de Narváez, los envía en busca de Cortés y los suyos para arrestarlos. Las autoridades de La Española, a las que por entonces estaba subordinado Velázquez, tienen noticia de esta expedición y se la prohíben por pensar que era contrario a los intereses de la Corona española. Dado que el gobernador no acata esta resolución, se envía a Veracruz un barco avisando de las intenciones de Velázquez, que llega a mediados de abril de 1520, y desde Veracruz envían las noticias a Hernán Cortés.
Desembarcan el 19 de abril de 1520 en San Juan de Ulúa los de Narváez, entre los que se encuentran las mujeres ya conocidas en esta página, como son la lancera María Estrada e Isabel Rodríguez, entre otras. Allí coinciden con los enviados desde la Española, que al hablar bien de lo que Cortés había conseguido hasta el momento, siembra la duda entre los recién llegados. Narváez los pone bajo arresto y los devuelve en barco, pero al llegar a la Española, informan al gobierno de las intenciones de Velázquez, denunciando su falta de acatamiento de las instrucciones recibidas.
Narváez envía a Veracruz unos emisarios para denunciar a Cortés, pero estos son detenidos y enviados a Tenochtitlan. Allí Cortés consigue que se pasen a su bando y le dan todos los detalles de la expedición. Estos mismos emisarios son enviados de vuelta con una carta de Hernán Cortés a Narváez, que cuando llegan al campamento de San Juan de Ulúa comienzan a repartir oro secretamente entre los soldados.
Mientras, Cortés junto con un contingente de unos 200 españoles marcha a la costa. En la capital deja a Pedro de Alvarado junto con 80 españoles, de guarnición en el palacio y custodiando a Moctezuma. Realizan un ataque sorpresa sobre el campamento, causando muy pocas bajas pues la mayor parte de los españoles estaban sobornados y avisados del mismo. Tras la victoria, los españoles se pusieron al servicio de Cortés, y se prepararon a volver a Tenochtitlán. Sin embargo, la alegría de multiplicar sus fuerzas le durará poco al extremeño, puesto que le llega la noticia de una rebelión en la capital.
Pedro de Alvarado prende la mecha en Tenochtitlán
Mientras Cortés neutraliza a Pánfilo de Narváez, en torno al 20 de mayo se celebra en la capital, con el permiso de Alvarado, una fiesta tradicional en la que todo el personal asistente iba desarmado. Alvarado, que había ordenado cerrar las salidas del patio sagrado del Templo Mayor, da la orden de masacrar a los asistentes, entre los que se encontraban muchos componentes de la clase dirigente azteca. Esto provocó, evidentemente, tal indignación entre los locales que se lanzan contra el palacio en el que se encuentran los españoles, sitiándolo durante 20 días. Hay fuentes que indican que el ataque fue consecuencia de los planes que los aztecas tenían de matar a los pocos españoles que permanecían en la capital, y otras que era consecuencia de un rito que consideraron sacrílego.
Tras algunos enfrentamientos, llega Cortés con los refuerzos venidos con Narváez y con otros 2000 guerreros de Tlaxcala, entrando por la fuerza hasta el palacio. Y en este ínterin muere Moctezuma asesinado. Unas fuentes marcan a los españoles como los que producen la muerte del tlatoani, apuñalado, y otras que fue a consecuencia de las heridas producidas tras ser apedreado por los aztecas cuando subió al muro del palacio para intentar apaciguar a los sitiadores. Tras su muerte, es elegido su hermano Cuiutláhuac como tlatoani, y Cortés y los suyos deciden que deben abandonar la ciudad.
El 30 de junio de 1520, por la noche, comienza la salida de los españoles. Intentan salir, con las riquezas que habían acumulado, la artillería y demás pertrechos, secretamente. Pero son descubiertos y atacados por los mexicas tanto por tierra como desde canoas que navegan en los canales. Muchos españoles caen en el lago, muriendo ahogados por el peso del oro que pretendía llevarse. Se calculan que, además de gran parte de la artillería, se pierden ese día 800 vidas de soldados españoles, un gran número de guerreros tlaxcaltecas y 40 caballos. Las crónicas de la época narran como Cortés llora sentado al pie del camino al ser consciente de lla gravedad de los acontecimientos.
“….Cortés a este se paró, y aún se sentó, y no a descansar, sino a hacer duelo sobre los muertos y que vivos quedaban, y pensar y decir el baque de la fortuna le daba con perder tantos amigos, tanto tesoro, tanto mando, tan grande ciudad y reino, y no solamente lloraba de desventura presente, más temía la venidera por estar todos heridos, por no saber adónde ir, y por no tener cierta la guardia y amistad en Tlaxcala; y ¿quién no llorara viendo la muerte y estrago de aquellos que con tanto triunfo, pompa y regocijo entrado habían?”.
Historia General de las Indias, de Francisco López de Gómara.
Otumba: la primera piedra de la construcción del Virreinato
Son perseguidos hasta Otumba, donde plantan cara a los mexicas. El 7 de julio de 1520, tras una semana de persecución, se enfrentan 600 españoles (entre ellos había algunas mujeres, como María Estrada), 1000 auxiliares tlaxcaltecas y los 13 jinetes supervivientes, contra una gran multitud de aztecas y aliados. Algunas fuentes ponen cifra a esta multitud, unos 200.000 hombres, otros en torno a 100.000, y otras en torno a 30.000, que parece ser el número más realista. En todo caso se ve que la superioridad numérica era abrumadora y podría parecer cercana la victoria azteca. Pero nada más lejos de la realidad.
En esta batalla, los aliados españoles y tlaxcaltecas venden cara su vida, luchando como si fuera su último día en la tierra. Aguantan las continuas oleadas de ataques aztecas, que buscan tomarles como prisioneros para posteriormente sacrificarles. Cortés, a través de sus aliados de Tlaxcala, sabe que si matan al cihuacóatl, el jefe de los ejércitos aztecas, y le quitaban el estandarte, los aztecas huirían. Y con los 5 caballos restantes, y al grito de “Santiago y cierra España”, carga Cortés al frente de la escasa caballería contra el general enemigo. Llegan hasta él, y Juan de Salamanca le mata y arrebata el estandarte.
Los supervivientes mexicas se retiran desordenadamente, tras dejar unos 20.000 muertos en el campo de batalla, lo que permite a los supervivientes retirarse hasta Tlaxcala, que les acoge y donde se recuperan de sus heridas.
Un año de preparativos que culminará en la toma de Tenochtitlán
Tras reafirmar el senado tlaxcalteca la alianza con Cortés (donde se les promete parte del botín de la conquista, no pagar tributos tras la misma, y que Cholula pasase bajo domino tlaxcalteca), siguen los preparativos para la conquista. Por estas fechas, además, muere el sucesor de Moctezuma por viruela, que entra en el continente a través de uno de los esclavos africanos que llegó con las fuerzas de Pánfilo de Narváez, siendo sucedido por Cuauhtémoc, sobrino de Moctezuma.
Comienzan los españoles a construir las piezas para armar varios bergantines, para navegar en el lago Texcoco y sitiar Tenochtitlán por tierra y por el agua, aprovechando para ello también las maderas que desarman de los barcos que barrenaron en Veracruz al inicio de esta gesta. Algunos españoles son enviados a Santo Domingo y Jamaica para comprar armas de fuego, pólvora, artillería, y otros suministros. Varias expediciones enviadas por los gobernadores de las islas para explorar las costas continentales contactan con las fuerzas de Cortés y deciden unirse a él, aumentando los efectivos españoles en un par de centenares de hombres y mujeres.
Avanzan hacia la capital, tomando algunas ciudades por el camino, mientras que otras se les unen en contra de los aztecas. El contingente español, además, cuenta esta vez con el apoyo total de Tlaxcala, dotándolo de 10.000 hombres de armas.
Se aproximan a la capital, tomando primero la orilla oriental del lago, tras conquistar algunas poblaciones, y consiguiendo que algunas se pasaran al bando de Cortés, como Texcoco, pasando sus guerreros a engrosar las filas de la hueste. Mientras prosigue, lentamente pero con seguridad, la política de alianzas con las poblaciones costeras, comienzan a ensamblarse los bergantines, para comenzar las operaciones en las aguas del lago. Tras asegurar la costa oriental, comienza a extender su dominio por la costa norte y la oeste, teniendo continuas escaramuzas con fuerzas aztecas, que no son capaces de romper las fuerzas de Cortés ni de recuperar el apoyo de las poblaciones que han ido pasando al bando español. Ciudades como Tlacopán, en cambio, permanecen fieles a Tenochtitlán, pero son vencidas. Poco a poco, más y más pueblos subyugados por los aztecas en el pasado se unen a Cortés, por lo que sus fuerzas continúan aumentando día tras día.
Continúan la expansión por el sur del lago, ya con los bergantines construidos por Cabrillo hostigando desde las aguas. En el actual Cuernavaca se encontraba un fuerte contingente de mexicas, a los que combaten el 13 de abril de 1521 los aliados españoles y texcocanos. De ahí avanzan hacia Xochimilco, donde Cortés casi es hecho prisionero, y a Coyoacán, continuando hasta cerrar el cerco a la capital azteca.
Durante estas operaciones, el conquistador español trató continuamente de que se sometieran a la Corona española y así alcanzar la paz con los aztecas, pero estos y sus aliados rehúsan y combaten fieramente. Pero el cerco ya estaba hecho, y se preparan para el asalto a la capital. La organización, según el propio Cortés relata en su Tercera carta de relación es la siguiente: una columna asalta desde Tlacopan, con 25000 tlaxcaltecas, y unos 200 españoles, otra desde Coyoacán con 20000 tlaxcaltecas y otros 200 españoles, la tercera columna desde Iztapalapa, con 30000 aliados indígenas de varias ciudades y otros 200 españoles, y todas ellas apoyadas desde los 13 bergantines, que estaban servidos cada uno por 25 españoles y armados con una pieza de artillería. Durante los más de 90 días que dura el sitio, se combate de día y de noche, sin descanso. Algunas columnas de aliados de los aztecas intentan romper el cerco, sin éxito. Los prisioneros españoles que tomaban los aztecas eran sacrificados, y al ser sus templos altos, se les podía distinguir por los sitiadores, por lo que aumenta el deseo de finalizar con el asedio.
Finalmente, sin acceso a agua potable y con escasos alimentos, el 13 de agosto de 1521 Cuauhtémoc sale de la capital para negociar la paz con los sitiadores, pero es hecho prisionero y seguidamente la ciudad cae en poder de los españoles.
«llegóse a mi y díjome en su lengua que ya él había hecho todo lo que de su parte era obligado para defenderse a sí y a los suyos hasta venir a aquel estado, que ahora hiciese de él lo que yo quisiese; y puso la mano en un puñal que yo tenía, diciéndome que le diese de puñaladas y le matase…»
Cuauhtémoc se rinde a Hernán Cortés, aceptando ser súbdito del Rey de España, pero sigue cautivo de Cortés, aunque con trato propio de su rango y sin ser desposeído de su título de tlatoani. La capital, tras serle devuelto el suministro de agua potable, es renombrada como México y será la capital del Virreinato de Nueva España. El tesorero enviado por la corona, Julián de Alderete, ordena torturar al tlatoani para que revele el paradero del tesoro de Moctezuma, que por rumores les llega a los españoles que está oculto.
Tras repartir las ganancias, y el envío del quinto real a la península en tres navíos (que son asaltados por piratas y nunca llegan a España), se hacen las reparticiones de encomiendas en las tierras del Virreinato por parte de Cortés, investido ya por Real Orden con los poderes de Virrey. Además, se comienzan a organizar nuevas expediciones.
Cortés se hace cargo de la conquista de las Hibueras, al sur de la capital azteca. Lleva consigo a Cuauhtémoc, para intentar asegurar la lealtad de los aztecas. Sin embargo, ante una más que posible rebelión de los aztecas durante estas operaciones militares, Cortés condena a muerte a Cuauhtémoc y otros líderes, por lo que será denunciado ante el Rey Carlos I.
Hernán Cortés expande el Virreinato
Tras asegurar la capital, y con los informes de los líderes aliados, comienza el extremeño a organizar la expansión del Virreinato, utilizando para ello tanto tropas españolas como indígenas. Esta expansión la intenta realizar tanto por la vía diplomática como por las armas, siendo esta última, a pesar de haber llegado las noticias de lo sucedido a los aztecas, la más utilizada por la resistencia de los pueblos indígenas.
Se expanden primeramente hacia el oeste, incorporando a los purépechas, y posteriormente hacia el sur, integrando Oaxaca y los pueblos zapotecas. Se expanden también en los alrededores de Veracruz, para unificar los territorios recién tomados a los aztecas con la costa y así asegurar las comunicaciones desde México hasta la costa, y de ahí con las islas caribeñas y con la Península Ibérica. Todo esto se realiza durante el resto del año 1521 y el año 1522. A partir de este momento participa como organizador de las expediciones, financiándolas, pero como un particular, no como gobernante, pues es desposeído de los cargos que tiene por las denuncias hechas por sus detractores.
El año siguiente se expanden más al oeste, llegando a la costa del Pacífico, integrando el Reino de Coliman y Zacatula. Continúan hacia el sur, integrando el actual Guatemala, y posteriormente Chiapas. En 1524 anexionan las tierras de los caxcanes, entre las que se encuentra la actual ciudad de Jalisco. En estas campañas ya participan aztecas como aliados de los españoles, aunque el peso principal de las fuerzas indígenas en todas las campañas las asume Tlaxcala. Se expanden también hacia Nicaragua en el sur, y hacia el actual estado de Sinaloa en el norte. En 1524 promulga las ordenanzas de buen gobierno, y estimula el mestizaje entre españoles e indios, pide el envío de religiosos para evangelizar a los locales. Además, mantiene a la nobleza local con sus títulos, otorgándoles encomiendas. De hecho, la de Isabel de Moctezuma, hija del huey tlatoani en Tlacopán, que era la más grande del valle del Anáhuac. Al mantener a la nobleza en sus puestos y emparentarla con los conquistadores de noble origen, entroncan así las clases dirigentes de ambas orillas del Atlántico.
Durante la campaña de las Hibueras, que durará dos años, y al correr el rumor de su muerte, comienzan unos conflictos entre los españoles que casi llevan al traste el virreinato, en el que los detractores de Hernán Cortés comienzan a explotar a los locales. Su regreso, y gracias al apoyo de los indios, se restablece el orden y su autoridad.
En 1528 viaja a España, con el permiso Real, dado que desde 1521 se envía desde la península a diversas autoridades para que investiguen a Cortés, pues es denunciado por sus detractores. Por ello pretende entrevistarse con el Rey para defenderse, consiguiéndolo, y tras ser oído es absuelto por Carlos I, este le concede el título de Marqués del Valle de Oaxaca. Sin embargo, no se le concede otra de sus solicitudes, que es ser repuesto en el cargo de Virrey, con lo que debe continuar realizando las expediciones como patrocinador de las mismas y dirigiéndolas, pero más como empresa particular que como parte de las acciones organizadas por el Virreinato.
En 1534 se descubre la península de California, y se le incorpora al Virreinato tras tomar posesión de la misma en 1539. El mar existente entre la península y tierra firme recibirá el nombre de Mar de Cortés.
Hernán Cortés regresa a España
El 1541 regresa Hernán Cortés a España, junto con sus hijos Martín y Luis. Participa en el intento de toma de Argel de 1541, desoyéndose sus consejos tácticos y acabando la empresa en un desastre total.
En 1545, cansado, se retira a Sevilla, falleciendo en Castilleja de la Cuesta en 1547. Pidió ser enterrado a su muerte en Nueva España, siendo trasladados sus restos allí en 1566, sepultados en Texcoco. Pero desde 1629 comienzan a cambiarlos de sitio, primero a la iglesia del San Francisco, de donde estaban, junto a su madre y una hija, hasta el altar mayor. Posteriormente, a la iglesia anexa al hospital de Jesús Nazareno. En 1823, tas la independencia de México, se ocultan hasta que en 1836 se depositan en un nicho en la pared, sin nombre para guardar en secreto el paradero. En 1946 se encuentra el nicho pasan de nuevo al templo de Jesús Nazareno, en su lugar original, aunque no pueden ser visitados en la actualidad debido al estado ruinoso actual del templo.
La descendencia de Hernán Cortés
Se casa en dos ocasiones. La primera, como dijimos al principio, en Cuba, con Catalina Juárez, que fallece en 1522. La segunda, con Juana Zúñiga, de la que tendrá varios hijos, entre ellos Martín Cortés, segundo Marqués del Valle de Oaxaca. Además, tuvo multitud de amantes, tanto españolas como indígenas, de las que tuvo amplia descendencia. Los más importantes serían Martín Cortés (tocayo del anterior), hijo que tuvo con la Malinche y nacido en 1522 y que ingresará en la Orden de Santiago y combatirá junto con Juan de Austria en la Rebelión de las Alpujarras; y Leonor Cortés Moctezuma, hija que tuvo con Isabel de Moctezuma y de la que ya hablamos anteriormente en esta página. Esta hija no fue reconocida por la madre, pero sí por su padre, y se casaría con Juan de Tolosa.
De los hijos legítimos de Hernán Cortés y Juana de Zúñiga, dos fallecen al poco de nacer. Hereda el título Martín Cortés de Zúñiga, único hjjo varón, que participa en la Batalla de San Quintín en 1557. Es juzgado en 1566 y desposeído de sus bienes y desterrado a Orán, junto con su hermano Luis Cortés, hijo ilegítimo del conquistador. Ambos amnistiados en 1574, Luis regresa a Méjico, pero a Martín no se le permite la vuelta a Nueva España, por lo que se asienta en Toledo, donde vuelve a casarse con Magdalena de Guzmán. Fallece en Madrid en 1589.
Tuvo Cortés con Juana tres hijas. María, que se casará con Luis Fernández de Quiñones y Pimentel, Conde de Luna; Catalina, soltera, que acompaña a su padre a Sevilla y fallece poco después que él; y Juana, que se casa con el Duque de Alcalá, Fernando Enríquez de Ribera.
Mis conclusiones
La conquista de Hernán Cortés fue impresionante. En apenas 20 años incorpora a la Corona Española territorios equivalentes a 4 veces el territorio peninsular español. Las alianzas hechas con los pueblos indígenas por Cortés fueron el tronco que mantuvo unido el Virreinato, pues las ordenanzas y el cuerpo legal que emanan las autoridades locales en un principio y el emanado por el Rey posteriormente protegen los derechos de los locales.
Es cierto que, como todo ser humano, tuvo muchos aciertos, pero también lo es que cometió errores. La tortura de Cuauhtémoc y su posterior muerte lo podría haber evitado; o incluso la de Moctezuma, con quien por cierto tuvo gran amistad y cuya muerte lamentó y le pesó mucho en el corazón. Prueba de esto último es la protección de la estirpe de Moctezuma tras la conquista. A Isabel la casa con nobles españoles y le otorga el Marquesado de Miravalle, y descendientes suyos aún pueden encontrarse tanto en España como en México. Al nieto de Moctezuma Diego Luis de Moctezuma, hijo de Pedro (Tlacahuepantzin Yohualicahacatzin), en tiempos de Felipe II, lo llevan a la península, donde lo casan con Francisca de la Cueva, y a cuyos descendientes les nombran Duques de Moctezuma (hoy llamados De Moctezuma de Tultengo). Otro de sus errores fue dejar a Pedro de Alvarado al mando del contingente en Tenochtitlán cuando marcha a neutralizar el desembarco de Narváez y los suyos. Aunque fuera un gran amigo personal, el carácter belicoso y agresivo de Alvarado prendió la mecha de lo que pudo haber sido el desastre, y las batallas siguientes costaron muchas vidas, tanto de aztecas como de españoles y aliados. Con un capitán más diplomático, con el estilo más cercano al del propio Cortés, igual podría haberse mantenido la concordia y haber conseguido asimilar, al modo de los tlaxcaltecas, a los aztecas en la Corona. Esto, evidentemente, es solo una suposición, por lo que nunca sabremos si hubiera sido posible, o si hubiera acabado igualmente todo sucediendo de la misma manera que estudiamos hoy en los libros de historia.
La vida menos conocida de Hernán Cortés, que son las expediciones posteriores para expandir el territorio ya incorporado a la Corona española, no es menos importante, pues en extensión puede llegar a ser del triple que las correspondientes a la conquista del territorio azteca. La política de alianzas con los pueblos indígenas, y de conquista por las armas si no aceptaban subordinarse al rey, se mostró muy efectiva. De hecho, los pueblos que se van integrando en el Virreinato pronto aportan hombres que engrosan las siguientes expediciones, como pasó apenas unos años tras la conquista con los propios aztecas. Y en el caso de los tlaxcaltecas, participan en todas, siendo muy apreciados por su disciplina y destreza guerrera, llegando a combatir codo con codo con los españoles peninsulares hasta en los combates de Cagayán, en las Filipinas, contra los piratas japoneses, apenas 20 años tras el desembarco de Cortés en Tabasco.
Otro de los troncos que mantienen unido el virreinato es la predicación de la fe católica. Pronto se da cuenta Cortés de la gran aceptación que entre los locales tiene la religión cristiana y por ello pide misioneros para extender las enseñanzas. Este elemento se convertirá en esencial para la cohesión social, manteniéndose más allá de la existencia del Virreinato y manteniéndose hoy en día en el actual México.
Finalmente, la figura de Hernán Cortés, amada por unos y odiada por otros, merece ser estudiada más en detalle y en todos los aspectos y periodos de su vida. Sin lugar a dudas puede considerarse a Cortés y Malinche como los padres del México actual, y estudiar la historia del Virreinato, pues fue un motor de desarrollo y expansión de fronteras continuo. Las expediciones virreinales expanden las fronteras hasta llegar al norte, a la actual frontera entre Estados Unidos y Canadá en el oeste americano, y llegando las flotas hasta las costas de Alaska y las islas Aleutianas. Por ello, el nombre de Cortés debe ser escrito en letras de oro en la historia universal, española y mejicana, con todas sus luces, pero sin ocultar tampoco sus sombras, y alejado de todas la ideologías, analizado objetivamente y siendo conscientes en el siglo XXI los usos y costumbres de la época tanto entre los pueblos americanos como entre las naciones europeas, durante sus conflictos.
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Dudas frecuentes sobre Hernán Cortés
Hernán nació en la pequeña localidad extremeña de Medellín.
Cortés vino al mundo en el verano del año de 1485.
Hernán Tuvo dos esposas:
Catalina Juárez.
Juana de Zuñiga.
En la localidad sevillana de Castilleja de la Cuesta.
Fallecería en el 1547.