- Rafaela de Herrera y Torreynosa, una de tantas heroínas
- Biografía de Rafaela de Herrera
- Incursiones inglesas
- Asedio inglés y lo que Rafaela Herrera hizo
- Fin del asedio inglés
- Matrimonio de Rafaela, pobreza y reconocimiento: el fin de su vida.
- Mis conclusiones.
- Seguro que te interesa
- Otras grandes mujeres españolas
Rafaela de Herrera y Torreynosa, una de tantas heroínas
La historia de la hispanidad está repleta de mujeres heroicas como Rafaela Herrera que con su inteligencia y su inquebrantable voluntad, fueron capaces de cambiar el rumbo de sus vidas lejos de las limitaciones que la sociedad de la época les imponía, para llevarlas por los derroteros del heroísmo y la gloria.
Sin embargo, sólo han obtenido la inmortalidad que dan los libros de historia los líderes de esas grandes gestas. Cortés, Pizarro, Colón, y un gran etcétera son los nombres que con letras doradas están escritos en la Historia, pero con ellos participaron otros muchos hombres y mujeres, sin los cuales la historia, quién sabe, podría haber sido muy diferente.
Ya conocemos en esta página web las historias de Inés Suárez, Aldonza Manrique o Mencía Calderón. En este artículo desgranaremos la historia de una mujer que no sólo disparaba cañones, sino también con su gran pericia consiguió detener una incursión inglesa que hubiera partido en dos los territorios hispanos y que quizás, hubiera cambiado las fronteras de Centroamérica. Nuestra mujer se llama Rafaela de Herrera, y esta es su historia.
Biografía de Rafaela de Herrera
Nace nuestra protagonista en Cartagena de Indias, a primeros de agosto de 1742, un año después del fin del sitio que por mar puso a la ciudad el Almirante Vernon, que fue infructuoso gracias al buen hacer de las tropas españolas guiadas por Blas de Lezo.
El padre de Rafaela esa José de Herrera y Sotomayor, español descendiente de familia militar, y la madre María Felipa Torreynosa, mulata oriunda de esas tierras. Debemos destacar que José es militar, y destacó como artillero en los combates contra los ingleses de Vernon los años anteriores. Fruto de esas buenas acciones se le concede el cargo de Comandante del Castillo de la Inmaculada Concepción a orillas del río San Juan, en el interior de la actual Nicaragua.
Es de destacar que el abuelo de Rafaela era el ilustre ingeniero militar Juan De Herrera y Sotomayor, que diseña los planos de las ciudades de Cartagena de Indias, Portobelo y Panamá, y su bisabuelo es José Antonio Herrera y Sotomayor, gobernador del Río de la Plata.
La estancia en ese castillo es para nuestra protagonista y su familia, bastante tranquila. Durante estos años, su padre se dedica a mejorar las defensas, a instruir al personal que tiene a su cargo y a gestionar el enclave. Hay que destacar que esta instrucción la hizo extensiva a su propia hija, y según los memoriales de la defensa del castillo “…con acierto lo montaba, cargaba, apuntaba y disparaba”.
Incursiones inglesas
Desde 1670, a cambio de finalizar con la piratería inglesa en esas aguas, se otorga licencia a colonos ingleses para establecerse en la costa del actual Belice. Estos se dedican a la tala del Palo de Campeche, importante para la fijación de tintes en la ropa y que era esencial para la industria europea. Pero la corona inglesa usaba estos asentamientos para realizar incursiones en el interior del continente y seguir hostigando a las poblaciones españolas.
El año 1762 España declara la guerra de nuevo a Inglaterra, esta vez como consecuencia del Pacto de Familia existente entre Francia y España, y forma parte de la guerra de los 7 años. Y es en este conflicto en el que nuestra protagonista realizará su acción guerrera.
Los ingleses tenían a Nicaragua por la tierra por la que más fácilmente se podría comunicar ambos océanos, y por ello, aprovechando la guerra recién declarada, se comienzan las incursiones con tropas procedentes de Jamaica. Es el gobernador de esa isla quien recibe desde la metrópoli la orden de intentar invadir Nicaragua. Para ello, la vía elegida es el cauce del Río San Juan. Pero en ese río encontrarán en Rafaela un escollo insalvable.
Llegan en el momento en el que Juan de Herrera, el comandante de la fortaleza y padre de nuestra heroína, sufre una enfermedad grave y se está debatiendo entre la vida y la muerte. Antes de morir, Juan recibe el juramento de su hija de que defenderá la fortaleza hasta la muerte. Al fallecer el comandante español el 15 de julio de 1762, el mando pasa al Teniente Juan Aguilar y Santa Cruz, segundo al mando de la guarnición.
Asedio inglés y lo que Rafaela Herrera hizo
Al tener noticia del fallecimiento de Juan, los ingleses tratan de aprovechar la oportunidad y los momentos de duda e incertidumbre que podrían tener los españoles. Sin embargo, el Teniente Aguilar les contesta que están preparados para resistir cuanto ataque se realice contra la fortaleza. Sin embargo, hubo varios de los miembros zambos y mulatos de la guarnición que pretendieron entregar las llaves del castillo a los ingleses. Ante esta actitud, y haciendo gala del patriotismo que había aprendido de sus padres, se enfrenta a ellos, consiguiendo que depusieran su actitud, diciendo:
“Que los cobardes se rinda y que los valientes se queden a morir conmigo”.
Rafaela de Herrera y Torreynosa
A finales del mes de julio el enemigo ha rodeado totalmente el castillo, y es en este momento cuando pide permiso Rafaela para tirar con cañón sobre las tropas inglesas. El Teniente le concede su deseo, y comienza a desatarse la furia de Rafaela por la boca de fuego de la pieza artillera. Lanza varios disparos, y el tercero de ellos consigue un blanco muy importante: abate al comandante inglés de la expedición, y a muchos oficiales que junto a él se encontraban.
Los ingleses se quedan en total confusión, sin saber cómo reaccionar, y desde el castillo, la guarnición entre la que había soldados peninsulares, criollos, mestizos, mulatos, zambos e indios lo celebraron con grandes vítores a la artillera, digna hija de su padre.
Tras esa pérdida, los ingleses enfurecidos atacan el castillo, pero la guarnición rechaza todos los intentos, alentados por el ejemplo que Rafaela les ha dado a todos. La artillera sigue sirviendo la pieza y causando daños tanto en las formaciones enemigas como en sus embarcaciones durante estos ataques.
Fin del asedio inglés
Tras seis días asediando el castillo, los ingleses se retiran tras la llegada de tropas de auxilio que les envían desde Granada. Al hacer el reconocimiento de los campos donde estaba el enemigo, y tras apresar a un componente de la expedición, se determina que tenía ente trescientos y quinientos hombres, entre ingleses y zambos de las costas del actual Belice.
Aunque hay otras fuentes que aumentan el contingente hasta los mil, añadiendo aun gran número de filibusteros ingleses que se habría unido a la expedición, esperando llegar hasta Santiago de Granada, para saquearla. No hallaron cuerpos de heridos o fallecidos, pero el prisionero destacó que habían sufrido muchas bajas durante esos seis días sufridos bajo el fuego de Rafaela.
A finales de ese año 1762 se firma el tratado de Fontainebleau, sellando la paz entre las naciones contendientes. Este hecho supuso el fin de las incursiones inglesas a través del río San Juan y la tranquilidad de las tierras colindantes al Castillo de la Inmaculada Concepción.
Matrimonio de Rafaela, pobreza y reconocimiento: el fin de su vida.
Unos años después de estos hechos heroicos, se casa con Pablo Mora, ciudadano de Santiago de Granada, donde vivirá felizmente la familia. El matrimonio tendrá 5 hijos. Sin embrago queda viuda y debe sobrevivir para criar a sus descendientes, por lo que Rafaela vive en la pobreza en uno de los barrios pobres de Santiago de Granada.
El Presidente de la Real Audiencia de Guatemala, Marías de Gálvez y Gallardo, conocedor de la familia y de los hechos producidos en el Castillo de la Inmaculada Concepción, intenta interceder ante el Rey Carlos III por la familia Herrera.
La carta de Carlos III
Finalmente, el día 11 de noviembre de 1781 recibe Rafaela una carta procedente de la península, firmada por el Rey, que dice lo siguiente:
“El Rey: por cuanto he sido informado del distinguido valor y fidelidad con que vos, doña Rafaela Herrera y Udiarte, viuda que al presente sois defendisteis el Castillo de la Purísima Concepción de Nicaragua en el Río San Juan, consiguiendo a pesar de las superiores fuerzas del enemigo, hacerle levantar el sitio, y ponerse en vergonzosa fuga, pues superando la debilidad de vuestro sexo, subisteis al caballero de la fortaleza, y disparando la artillería por vuestra mano matasteis con el tercer tiro al comandante inglés en su misma tienda: realzando la acción a la corta edad de diecinueve años que contabais, no tener castellano el Castillo, ni comandante ni otra guarnición que la de mulatos y negros, que habían resuelto entregarse cobardemente, con la fortaleza a que os opusisteis con el mayor esfuerzo; en consideración, pues, a tan señalado servicio, he decidido que gocéis de pensión vitalicia… Yo, el Rey”.
Su majestad Carlos III
Es decir, que en reconocimiento a los hechos que tanto ella como sus antepasados han realizado, le conceden una pensión vitalicia. Esto, si bien no le supone vivir holgadamente, sí que le supondría salir de la pobreza extrema en la que se encontraba.
Pero no acaba ahí su suerte, pues también, poco tiempo después, le llega la concesión de tierras que pertenecían a la Corona, en las cercanías de la ciudad de Santiago de Granada, según palabras textuales de la Cédula
“No satisfecho Su Majestad con la remuneración antecedente, y deseando quede a la posteridad de Doña Rafaela Herrera recuerdo de una acción que tiene pocos ejemplares, me manda asimismo prevenir a vuestra señora le haga merced en su Real nombre e uno o dos sitios de tierras realengas, donde las haya más cercanas a la ciudad de Granada, en que reside la agraciada, posesionándola en ellos para que las goce por juro de heredad a sus hijos y descendientes en memoria de la gloriosa acción que hizo en defensa del citado castillo”.
Cédula Real
En esas propiedades, correspondientes a la Hacienda la Calera, fallecerá el año 1805, tras una vida dura, y por la que es recordada por su patriotismo, amor filial y valentía.
Mis conclusiones.
Como en muchos de los artículos anteriores, tratamos en este de la vida de una mujer que no ha gozado del reconocimiento debido por su heroísmo y es desconocida para la mayor parte de la hispanidad. En cambio, en Nicaragua, sí es una figura conocida y está incluida entre los héroes nacionales, como ejemplo de patriotismo y espíritu de lucha. Los valores de los que hace gala Rafaela son los que toda sociedad necesita, pues toda nación que ha tenido al pueblo unido con un objetivo común ha conseguido los mayores éxitos en todos los campos.
La vida de esta mujer, de Rafaela de Herrera, es poco conocida, pero ¿Cuántas vidas como la suya nos son desconocidas?. Ese hueco es el que pretende esta página llenar, o al menos, incentivar a los lectores a que sigan investigando, informándose, leyendo y, por qué no, descubriendo vidas desconocidas extraordinarias.