- Grandes mujeres indígenas y españolas
- Las 19 compañeras de Malinche.
- María Luisa Tecuelhuatzin.
- Isabel de Moctezuma.
- Mis Conclusiones
- Seguro que te interesará.
- Grandes mujeres españolas que quizas no conozcas
Grandes mujeres indígenas y españolas
La conquista del imperio azteca y la posterior creación del Virreinato de Nueva España fueron posibles gracias a los esfuerzos de españoles e indígenas aliados de Hernán Cortés. La combinación de los combates con la diplomacia, inteligentemente coordinada por el extremeño, además de saber rodearse de un grupo de leales asesores, fue determinante para alcanzar el éxito en su misión.
Como ya vimos en artículos anteriores, en la tropa de Cortés, desde el inicio, había hombres y mujeres, tanto peninsulares como de las tierras americanas. Los nombres de María Estrada, La Bermuda o las hermanas Ordaz, entre otras mujeres, los podemos encontrar en artículos ya publicados en esta página que exponen el papel de las españolas peninsulares en esta aventura; y en el artículo dedicado a La Malinche se analiza el papel de la intérprete de Cortés.
Además de ese papel, fue la principal asesora a la hora de explicar las costumbres locales a los españoles, con lo que Hernán Cortés pudo orientar mejor los esfuerzos de sus tropas, buscar alianzas y emplear la diplomacia de forma efectiva para ahorrar vidas, y posteriormente asentar y conseguir que la población local se integrara en la Corona Española. Esta labor de la Malinche y Cortés lleva a que, en las sucesivas expediciones que se continúan irradiando de los territorios ya controlados, se integraran en la tropa multitud de indígenas, y que aunando sus esfuerzos con los conquistadores castellanos expandieran las fronteras del Virreinato hasta las costas del Pacífico, a territorios hoy pertenecientes a Estados Unidos, o hasta el actual Panamá.
Sin embargo, es bastante desconocido el papel que las mujeres indígenas tuvieron durante la conquista y creación del Virreinato, así como durante su existencia. Este artículo pretende reconocer a esas mujeres que la historia ha dejado en un segundo o tercer plano, dando algunos datos de ellas para que se les haga justicia y se pueda valorar debidamente.
Las 19 compañeras de Malinche.
Tras la batalla de Centla, los líderes mayas vencidos por Hernán Cortés y sus hombres les ofrecen, en señal de paz, a 20 mujeres. Entre ellas se encontraba Malinalli, Malinche o, como se la llamó tras ser bautizada, Doña Marina. Del resto de mujeres no se sabe mucho, posiblemente fueran mujeres esclavas de los mayas que, al ver que había pocas mujeres acompañando a los castellanos, las ofrecen para que les cocinen y les acompañen.
Estas mujeres, según va avanzando la labor de la conquista del imperio azteca, combinan sus conocimientos de curación con las de algunas mujeres españolas, como Isabel Rodríguez. La labor de éstas, aparte de asegurar el sustento de las tropas, fue la de realizar las curas en los combates. Las crónicas de la época narran como, al recibir Isabel Rodríguez la aprobación de Cortés, ésta entrena a diversas mujeres, tanto indígenas como españolas en la asistencia sanitaria a los combatientes. El nivel de preparación que estas mujeres alcanzan y la cantidad de vidas que salvaron fue enorme, y alcanzaron un gran nivel de prestigio y reconocimiento por parte de los soldados, tanto peninsulares como aliados, destacando su capacidad de estar practicando las curas casi en primera línea, arriesgando su propia integridad por cumplir con sus cometidos.
Desgraciadamente, los nombres de estas mujeres no han quedado para la posteridad, pero no es óbice para que no se reconozca su labor, que aunque pueda pensarse que es pequeña, en los difíciles momentos de la campaña pudieron significar para más de uno de los combatientes, la diferencia entre la muerte o el éxito en su empresa.
María Luisa Tecuelhuatzin.
Esta mujer era la hija del tlatoani de Tlaxcala, Xicontencatl Huehue el Viejo, y la hermana del sucesor de éste, Xicontencatl Axayacatzin el joven.
El avance de la tropa de Cortés, tras la victoria en Centla y la alianza con los olmecas, pasaba necesariamente por Tlaxcala. Esa ruta, que quizás no era la más corta para llegar a Tenochtitlán era necesaria en el plan de Cortés. Los aliados indígenas le habían contado a Cortés que esta ciudad-estado, líder de una confederación, eran enemigos de los aztecas, pues continuamente estaban intentando conquistar sus tierras. Al conocer estos datos, Cortés supo que, si conseguía atraerlos a su lado, contaría con un aliado de excepción.
Inicialmente los tlaxcaltecas no estaban por la labor de aliarse con el extremeño, rechazando cuanta embajada le enviaban y negándose a convertirse en vasallos del Rey Carlos I, pero acuerdan que sólo una parte de la confederación se enfrente a los españoles. Si vencen a los españoles, demostrarían que no son semidioses y Tlaxcala ganaría prestigio entre las poblaciones limítrofes, reduciendo la influencia de Tenochtitlán, y si perdían, se aliarían con los peninsulares tras decir que los otomíes habían actuado a espaldas del senado de Tlaxcala.
Presentarían batalla los otomíes de Tecóac, liderados por Xicontencatl Axayacatzin el joven, a los españoles, donde son vencidos los locales. Tras algunas escaramuzas posteriores, en las que no consiguen vencer, se alían con Cortés y sus hombres. Esta alianza la sellan entregando a varias mujeres principales a Cortés, entre las que se encuentra nuestra protagonista, Tecuelhuatzin, la hija del propio gobernante de Tlaxcala, Xicontencatl Huehue el Viejo. Fue bautizada con el nombre de María Luisa Tecuelhuatzin, y se casa con uno de los principales capitanes de Cortés, Pedro de Alvarado. Éste era conocido como Tonatiuh entre los indígenas, pues era de pelo rubio y era el más alto de los españoles.
Este matrimonio tuvo como descendencia, primero a un hijo, al que llamaron Pedro de Alvarado Xicontencatl, y posteriormente a una hija, Leonor de Alvarado Xicontencatl. María Luisa Tecuelhuatzin acompaña desde el momento en el que contrae matrimonio a su marido, participando en todas las acciones. En la Noche Triste, escapa con los españoles, siendo una de las supervivientes.
Tras la derrota azteca, permanece junto a su marido, partiendo junto a él en 1523, cuando se le encomiendan las primeras expediciones al sur, hacia los actuales El Salvador y Guatemala, con una tropa compuesta por españoles y principalmente por aliados tlaxcaltecas, cholultecas, aunque también participan guerreros de Otumba, Texcoco e incluso de Tenochtitlan. En las expediciones posteriores, en las que se conquista el territorio y se funda, entre otras, la ciudad de San Salvador (actual capital de El Salvador), también le acompaña, ejerciendo como consejera de su marido en cuanto a la relación con los pueblos de la zona se refiere.
Fallece en 1537, con 36 años de edad, en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala (popularmente conocida como Antigua Guatemala). Allí está enterrada, en la catedral, y su funeral fue oficiado por el Obispo de Guatemala, lo que indica la gran posición y estima de la que gozaba. Tecuelhuatzin no es nombrada muy habitualmente en las crónicas de la época, sin embargo no sería de extrañar que su papel fuera importante y que su conocimiento de los pueblos locales la convirtiera en una consejera esencial para Pedro de Alvarado en la conquista de Centroamérica.
Isabel de Moctezuma.
Nuestra protagonista de esta parte del artículo es un personaje que tendrá gran importancia en su época, y cuyos numerosos descendientes acabarán teniendo un papel esencial en la historia de España, tanto en las tierras americanas como en el Viejo Continente, pues no sólo se acabó emparentando con la nobleza castellana, sino que, además, fue la última emperatriz azteca. Conozcamos un poco más su historia.
Nace en Tenochtitlán, según la mayor parte de las fuentes, el año 1509. Otras sitúan el nacimiento entorno al año 1500, pero al no haber registros del nacimiento, no se puede determinar con exactitud. Y el nombre que recibe es Tecuixpo (Tecuichpo) Ixcaxochitzin.
Lo que sí sabemos es que es una de los 19 hijos que el tlatoani Moctezuma tuvo. No hay muchos datos sobre su niñez y juventud, aunque dado que era la hija del tlatoani, seguramente recibió la educación acorde a su posición social. A los 9 años se casa con un primo suyo, llamado Atlilxcatzin, que fallece a las pocas semanas del matrimonio. Con 11 años y tras la muerte de su padre Moctezuma y la Noche Triste, se casa con Cuitlahuac, su tío, que fue elegido sucesor de Moctezuma, aunque enviuda en 1520 pues fallece el nuevo emperador a causa de la viruela. Posteriormente contrae nupcias con Cuauhtémoc, su primo y sucesor de Cuitlahuac. Para asegurar su trono, Cuauhtémoc ordena asesinar al hermano mayor de Tecuixpo.
Continúa al lado de su esposo durante los años siguientes, aunque es apresado junto a su séquito, en el que se encontraba su esposa y dos hermanas de ésta, en el lago Texcoco. Tras esto, y siendo fiel a la palabra dada a Moctezuma, Hernán Cortés cuida de los hijos de Moctezuma, separándola de su marido Cuauhtémoc. Las tres hermanas pasan al cuidado de unos misioneros franciscanos, que las bautizarán, recibiendo los nombres católicos de doña Isabel nuestra protagonista y como la denominaremos a partir de ahora, y sus hermanas, doña Leonor y doña María. Los castellanos escribieron acerca de Isabel de Moctezuma “Es su rostro algo parecido al de los castellanos e su piel con matiz de india; sus ojos grandes de mirar apenado e negros; su nariz aguileña e la boca chica. Digiérase que tiene el corazón en los labios pues tal es su forma y el amor que pone en todos sus dichos e palabras”.
Isabel enviuda por tercera vez cuando cuenta con 15 años, en 1525. El año anterior su aún esposo comienza a intentar liderar una conspiración contra los españoles, pero es descubierto y ejecutado. Tras la muerte de Cuauhtémoc, Isabel pasa a la casa de Hernán Cortés, y se le concede la mayor encomienda del valle del Anahuac, en Tlacopán. El Señorío de Tacuba era de los más ricos de las nuevas tierras conquistadas, y se firma la entrega de este privilegio tras su matrimonio con un español, Alonso de Grado, cacereño de la población de Alcántara.
De la encomienda dada a Isabel, el propio Hernán Cortés escribe en los documentos de asignación lo siguiente: “Con la qual dicha Doña Isabel le prometó y doi en dote y arras á la dicha Doña Isabel y sus descendientes, en nombre de S.M., como su Governador y Capitán General destas partes, y porque de derecho le pertenece de su patrimonio y legítima, el Señorío y naturales del Pueblo de Tacuba, que tiene ciento é veinte casas; y Yeteve, que es estancia, que tiene quarenta casas; y Izqui Luca, otra estancia, que tiene otras ciento veinte casas; y Chimalpan, otra estancia, que tiene quarenta casas; y Chapulma Loyan, que tiene otras quarenta casas; y Escapucaltango, que tiene veinte casas; e Xiloango que tiene quarenta casas; y otra estancia que se dice Ocoiacaque, y otra que se dice Castepeque, y otra que se dice Talanco, y otra estancia que se dice Goatrizco, y otra que se dice Tacala, que podrá haver en todo mil y docientas y quarenta casas; las quales dichas estancias y pueblos son subjetos al Pueblo de Tacuba y al Señor della. Lo qual, como dicho es, doy en nombre de S.M. en dote y arras á la dicha Doña Isabel para que lo haya y tenga y goce por juro de heredad, para agora y para siempre jamás, con título de Señora de dicho Pueblo y de lo demás aquí contenido.”
Tras este matrimonio, pues Alonso de Grado fallece en 1527, Isabel vuelve a la casa de Hernán Cortés. Fruto de una relación con Hernán Cortés tiene una hija a la que llamarán Leonor Cortés Moctezuma. Se cree que es muy posible que no fuera una relación consentida, dado que Isabel repudia a la niña, que se quedará con su padre. Otras fuentes alegan que Cortés le prometió matrimonio a Isabel, pero fue denunciado a la Corona por querer apropiarse del Virreinato y erigirse como su soberano. Hernán Cortés no pretendía eso, pero un matrimonio con la heredera del imperio Azteca no iba precisamente a ayudarle a defender su inocencia, por lo que no se casa con Isabel de Moctezuma. Leonor Cortés Moctezuma se casará en el futuro con Juan de Tolosa, y una de sus hijas, con Juan de Oñate, que explorará y ampliará las fronteras al norte del Virreinato de Nueva España, llegando al río Colorado.
Antes de que naciera Leonor, contrae nuevas nupcias el año siguiente. Esta vez con Pedro Gallego de Andrade, natural de un pueblo de la actual provincia de Badajoz. En 1529 nace un hijo de este matrimonio, Juan de Andrade Moctezuma, que será el heredero de las tierras de Tácuba. Desafortunadamente, en 1531 enviuda por quinta vez, contando con 21 años. Y vuelve a casarse, esta vez eligiendo ella misma su marido. El hidalgo procedente de Cáceres llamado Juan Cano de Saavedra. Aunque luchó con Cortés, no era de los que él llamaba amigo. Por su valor y participación en la conquista del imperio Azteca, juan poseía una rica encomienda en Macuilxochilco.
El matrimonio emprende una serie de pleitos para reclamar parte de la herencia que Cortés prometió a Moctezuma y a sus herederos, consiguiendo algunos. Del matrimonio nacen 5 hijos: Pedro, Gonzalo, Isabel, Catalina y Juan. Las dos hermanas, fieles cristianas como su madre, ingresan en el convento de la Concepción de México, donde acaban sus días. Dos de los hermanos, Pedro y Gonzalo, permanecen en Nueva España tras la muerte de Isabel en 1550. Juan Cano de Saavedra, tras la muerte de Isabel, regresa a la península a Cáceres, junto con su hijo Juan.
Juan no vuelve a contraer matrimonio y fallece en Sevilla en 1572. A su hijo Juan será a quien la Corona acabe reconociéndole, debido a los litigios iniciados por sus padres, los derechos como heredero de Moctezuma. Se casará con la noble cacereña Doña Elvira de Toledo y Ovando, dando origen a la familia de los Toledo-Moctezuma. Este nombre será el que se le dará al palacio recién construido en Cáceres que será la residencia familiar, y que aún hoy puede visitarse, pues es la sede del archivo provincial.
En la actualidad, hay numerosos descendientes de Isabel de Moctezuma y de su hermano Pedro. Muchos de sus descendientes se mezclaron con la nobleza peninsular, siendo actualmente descendientes de Isabel el Vizconde de Torre Hidalgo, los condes de Miravalle, o los Duques de Moctezuma de Tultengo, todos ellos residentes en España. Como dato curioso, hemos de decir que un descendiente de Pedro de Moctezuma, Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada, fue el fundador de la Guardia Civil.
Mis Conclusiones
En este artículo podemos ver cómo se integraron las sociedades indígena y castellana en los primeros años de la creación del Virreinato de Nueva España. Los nobles castellanos emparentaron con las nobles locales, asumiendo el rol que la nobleza indígena tenía en la sociedad. Este mestizaje entre locales y peninsulares se extiende rápido, siendo incluso propiciado por la propia Corona. La nueva sociedad mestiza será la que llevará las fronteras del Virreinato cada vez más lejos, tanto hacia el Oeste hasta llegar al Pacífico, como hacia el Norte y hacia el sur hasta el actual Panamá.
Las mujeres de las que trata este artículo tuvieron un papel esencial. Lograron hacer entender tanto a los recién llegados la cultura y tradiciones de los pueblos indígenas, lo cual hizo más fácil la diplomacia para instaurar alianzas duraderas; como lograron hacer ver a sus propios pueblos los beneficios de integrarse con los recién llegados. Estas mujeres pueden definirse como las madres de la Hispanidad, pues fueron las principales artífices del mestizaje de culturas milenarias de ambos continentes.