- Biografía de Fray Junípero Serra
- Junípero Serra parte hacia América
- Su apostolado en Sierra Gorda
- Los Apaches atacan las misiones
- ¿Dónde predicaba San Junípero Serra?
- Junípero se apunta a las expediciones de la Alta California
- ¿Qué misiones y ciudades fundó Fray Junípero Serra?
- La misión de San Carlos
- Muerte y reconocimiento de Serra
- ¿Cómo era y es recordado?
Biografía de Fray Junípero Serra
Los orígenes de Fray Junípero
Junípero Serra nació en Petra, Mallorca, España, el 24 de noviembre de 1713. El futuro santo era hijo de Antonio Nadal Serra y Margarita Rosa Ferrer, que se dedicaron a la agricultura durante toda su vida.
Junípero Serra fue bautizado en la iglesia de San Pedro por el reverendo Bartolomé Lladó y recibió los nombres de Miguel José. Sus abuelos paternos fueron Miguel Serra y Juana Abraham, sus abuelos maternos, Bartolomé Ferrer y Martina Fornés.
A los dos años fue confirmado por el reverendo Atanasio Esterripa y Tranajauregui, obispo de Palma. En Petra, Serra asistió a la escuela primaria de los franciscanos en el convento de San Bernardino. A los quince años fue llevado por sus padres a Palma para ser puesto a cargo de un canónigo de la catedral, y comenzó a asistir a las clases de filosofía que se impartían en el monasterio franciscano de San Francisco.
A los dieciséis años, Junípero Serra fue admitido como novicio en el Convento de Jesús extramuros de Palma, el 14 de septiembre de 1730, y profesó el 15 de septiembre del año siguiente.
En esta ocasión eligió el nombre de Junípero, en recuerdo del hermano compañero de San Francisco. De 1731 a 1734 Serra estudió filosofía y de 1734 a 1737 teología en el Convento de San Francisco. No se conoce la fecha de su ordenación sacerdotal, aunque probablemente ocurrió durante las Jornadas de las Brasas de diciembre de 1738. Algún tiempo antes, se presentó a las oposiciones para el lectorado de filosofía en su provincia. Este título lo recibió con el consentimiento unánime de sus examinadores.
Serra como bibliotecario y profesor de filosofía
El primer nombramiento de Serra fue el de bibliotecario de su convento, cargo que ocupó durante algo más de un año, desde 1739 hasta el otoño de 1740. Durante los tres años siguientes dirigió el curso de filosofía en San Francisco,. Éste se ofrecía a los estudiantes para el sacerdocio, franciscanos y seglares, y a los laicos de su provincia.
Entre sus alumnos estaban Francisco Palóu y Juan Crespí. Mientras tanto, Serra se doctoró en teología en 1742 en la Universidad Luliana de Palma. En enero de 1749 fue llamado a la cátedra escotista de teología de la misma universidad como profesor principal para ser misionero indígena en América.
Durante su carrera docente, Serra fue llamado con frecuencia a predicar en Palma y en diversas partes de la isla, tanto a religiosos como a laicos. Se le consideraba un maestro capaz y un predicador enérgico y celoso.
Junípero Serra parte hacia América
El 13 de abril de 1749, en compañía de su antiguo alumno, Francisco Palóu, Serra partió de Palma hacia América pasando por Málaga y Cádiz. Partió de esta última a finales de agosto y, tras un viaje por mar de noventa y nueve días, desembarcó en Vera Cruz, México, el 7 de diciembre de 1749. Si bien le dio tiempo para predicar en una misión en el camino en San Juan, Puerto Rico. Aunque no todo fue fácil, pues estuvo a punto de perder la vida en una tormenta frente a la costa de Vera Cruz.
A pesar de que en el puerto había caballos para los frailes, Junípero Serra y un compañero del cual no conocemos su nombre decidieron recorrer a pie la distancia de más de 400kms entre Vera Cruz y Ciudad de México. Tras este duro viaje llegaron al Colegio de San Fernando el 1 de enero de 1750, pasando la noche anterior en el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe.
A los seis meses de su llegada al colegio, llegó una convocatoria urgente de voluntarios para las misiones de la Sierra Gorda. Serra y Palóu no lo dudaron y formaron parte del grupo de voluntarios, y ambos recorrieron a pie la distancia hasta Jalpan, la misión central, a unos 280 kms de distancia.
Estas misiones habían sido puestas bajo la tutela del colegio en 1744 y estaban situadas entre los indios pames. Eran cristianos nuevos, muchos con apenas un barniz de cristianismo, mientras que otros no eran cristianos. En Jalpan, Serra contaba con 1.000 feligreses que se reunían en una iglesia de adobe.
Su apostolado en Sierra Gorda
Durante su apostolado en Sierra Gorda, entre 1750 y 1758, Serra no sólo construyó una hermosa iglesia, que todavía está en uso, sino que desarrolló su misión tanto en lo religioso como en lo económico. Bajo su presidencia de las misiones (1751-1754), los misioneros de los otros cuatro pueblos, Concá, Landa, Tilaco y Tancoyol, también construyeron iglesias misioneras similares a la de Jalpan, todas de piedra y ricamente ornamentadas que hoy en día siguen en servicio.
En 1752 Serra fue nombrado comisionado del Santo Oficio de la Inquisición para el distrito de la Sierra Gorda y para todas las partes de la Nueva España en las que se encontraba predicando y en las que no había otro comisionado residente.
Serra aprendía las lenguas locales
Serra aprendió la lengua otomí de los nativos y puso en vigor los métodos misioneros tradicionales utilizados con éxito por los franciscanos en Texas. Celoso en la predicación y en la promoción de las devociones litúrgicas y populares, logró que los pames practicaran la fe de manera ejemplar. Serra utilizó un método visual de enseñanza de la religión.
Económicamente su misión prosperó gracias a la introducción de animales domésticos, el fomento de la agricultura y el desarrollo del comercio. También defendió los derechos de los indios frente a los colonos no nativos en una prolongada contienda por el valle de Tancama. Durante las operaciones de construcción de su iglesia, trabajó de jornalero como uno más.
Los Apaches atacan las misiones
Mientras guiaba con éxito a Jalpan, Serra fue llamado apresuradamente al colegio de San Fernando, donde llegó el 26 de septiembre de 1758. Los apaches habían destruido la misión de San Sabá en Texas matando a dos misioneros e hiriendo a un tercero. Serra y Palóu debían ser enviados como sustitutos.
Sin embargo, el plan nunca maduró, debido a las condiciones inestables y a la demora del gobierno. Así, Serra permaneció en el colegio como misionero a domicilio hasta 1767. Allí fue nombrado director del coro, maestro de novicios de 1761 a 1764, consejero colegial (discreto) de 1758 a 1761, y confesor dentro y fuera del colegio. Asimismo, siguió ejerciendo como comisario del Santo Oficio.
¿Dónde predicaba San Junípero Serra?
Como misionero a domicilio, Serra predicó misiones en dos ocasiones en la ciudad de México, así como en los distritos de Mezquital y Zimapán. En un año desconocido predicó misiones en la zona de Río Verde, perteneciente a la diócesis de Morelia.
Con cinco compañeros dirigió misiones durante seis meses en las diócesis de Puebla y Oaxaca de 1762 a 1763, dirigiéndose primero a la propia Puebla. Siguió su camino hacia las llanuras costeras cerca de Tuxpam, de ahí hacia el sur hasta la zona de Acayucan, hacia el interior en canoa, y por juicio de montaña hasta el país de Mijes en el centro de Oaxaca, predicando en Villalta y finalmente en el propio Oaxaca, entonces llamado Antequera.
Otra gran zona misionada por Serra y sus compañeros fue la Huasteca, en la zona montañosa del este de México, hasta el norte de Valles. Esta gira misionera tuvo lugar en el año 1766-1767. Mientras se dedicaba a dar una misión en el Mesquital en 1767, Serra fue llamado al colegio y allí se enteró de que iba a asumir la presidencia de las misiones ex jesuitas de Baja California.
Partió a mediados de julio y llegó a Tepic, en cuya zona dio misiones, para finalmente zarpar de San Blas, el 14 de marzo de 1768, y llegar a Loreto el 1 de abril. Serra residió en la antigua sede de los jesuitas y asignó misioneros a las quince misiones entre San José del Cabo en el sur y Santa María en el norte. Al principio los misioneros se encargaban sólo de los asuntos espirituales, pero en agosto se les encomendó también los temporales.
Junípero se apunta a las expediciones de la Alta California
Cuando José de Gálvez, visitador general de Nueva España, llegó a la península a mediados del verano de 1768 y anunció las próximas expediciones a la Alta California. Serra se ofreció con entusiasmo a unirse a él, y para reclutar a otros voluntarios, visitó las misiones del norte hasta Guadalupe. Más tarde, viajó hacia el sur, a la ciudad minera de Santa Ana, para consultar con Gálvez, donde ambos ultimaron los detalles del viaje hacia el norte.
Antes de regresar a Loreto, Serra visitó las misiones del sur. En La Paz, el 6 de enero de 1769, Serra bendijo el buque insignia, San Carlos, y lo aceleró en su camino hacia la ocupación de San Diego. Finalmente, el 28 de marzo de 1769, Serra dejó la misión de Loreto a lomos de una mula, cabalgó hacia el norte para unirse a la expedición de Portolá, y en compañía de ésta llegó a San Diego, el 1 de julio.
En el camino, fundó su primera misión en San Fernando de Velicatá, el 14 de mayo. Serra llevó un diario de su viaje, durante el cual, especialmente en sus tramos superiores, sufrió mucho por una dolencia en las piernas y los pies y tuvo que ser llevado en camilla. Sólo cuando un arriero preparó un ungüento para aliviarlo, el dolor se alivió finalmente. Gaspar de Portolá sugirió a Serra que regresara a Loreto y abandonara el intento de llegar a San Diego y Monterrey.
¿Qué misiones y ciudades fundó Fray Junípero Serra?
Pero él se negó, declarando que prefería morir en el camino antes que renunciar a su objetivo de llegar a esos puertos. Serra dedicó los siguientes quince años de su vida a la labor evangélica en la Alta California. Durante ese periodo Junípero Serra fundó las siguientes nueve misiones:
- San Diego, 16 de julio de 1769.
- San Carlos, Monterey-Carmel, 3 de junio de 1770.
- San Antonio, 14 de julio de 1771.
- San Gabriel, 8 de septiembre de 1771.
- San Luis Obispo, 1 de septiembre de 1772.
- San Francisco, 9 de octubre de 1776.
- San Juan Capistrano, 1 de noviembre de 1776.
- Santa Clara, 12 de enero de 1777.
- San Buenaventura, 31 de marzo de 1782.
También estuvo presente en la fundación del Presidio de Santa Bárbara, el 12 de abril de 1782. Durante su presidencia los pueblos civiles de San José (29 de noviembre de 1777) y Los Ángeles (4 de septiembre de 1781) fueron fundados por el gobernador Felipe de Neve, pero su administración espiritual estaba sujeta, al igual que la de los cuatro presidios de San Diego, Monterey, San Francisco y Santa Bárbara, a Serra y sus misioneros.
La misión de San Carlos
Serra permaneció en San Diego hasta el 14 de abril de 1770, cuando se embarcó hacia Monterrey. Desde el 3 de junio de 1770 hasta su muerte, el 28 de agosto de 1784, mantuvo su sede en la Misión de San Carlos.
Durante su apostolado en California, Serra realizó cuatro viajes de ida y vuelta entre Carmel y San Francisco, siempre pasando por Santa Clara. La distancia entre el Carmelo y San Diego la recorrió por tierra cinco veces, con varios viajes paralelos también a las misiones intermedias.
En 1772 Serra fue a México para tratar con el virrey Antonio María Bucareli y Ursúa sobre el desarrollo de las misiones. Regresó a California a principios de 1774. Viajó cuatro veces en barco entre Monterrey y San Diego. Desde 1778 hasta 1784, Serra administró la confirmación cuando visitaba las misiones.
Fray Junípero se resistió al desaliento
La estrecha unión de la Iglesia y el Estado en el régimen virreinal español, el papel de la evangelización en el proceso imperial, la lejanía de California de las bases del actual México y las complejidades de las relaciones interculturales causaron muchos problemas a Serra a lo largo de su administración. Sus numerosas cartas e informes están repletos de las dificultades encontradas en estos primeros años.
Serra insistió en que las misiones se fundaran con el sistema tradicional utilizado en Texas y la Sierra Gorda. Él y sus misioneros se encargaron de las cuestiones espirituales y temporales. Se introdujo ganado, se inició la agricultura y se enseñaron oficios. Como en el resto del imperio, prevaleció la integración frente a la imposición. De hecho en el territorio de la misión pervivieron hasta la caída del virreinato seis lenguas totalmente diferentes.
Muerte y reconocimiento de Serra
A la muerte de Serra, el ex gobernador Neve declaró que las misiones de California eran las mejores de todas las Provincias Internas, y unos años después de la muerte de Serra, el gobernador Pedro Fages declaró que la perfección de las misiones de California se debía al celo infatigable de quienes las fundaron.
A finales de 1784, los bautismos de indios en las nueve primeras misiones alcanzaban la cifra de 6.736, mientras que 4.646 indios cristianizados vivían en ellas.
Junípero Serra murió en la Misión de San Carlos, el 28 de agosto de 1784, a la edad de setenta años, asistido por su antiguo alumno y colaborador, Francisco Palóu. Al día siguiente fue enterrado en el suelo del santuario de la iglesia que había construido, en el lado del Evangelio.
¿Cómo era y es recordado?
Serra era pequeño de estatura, 1,65 metros. Tenía una voz sonora, la piel morena, el pelo y los ojos oscuros. Aunque parece que tenía una constitución fundamentalmente robusta, sufrió mucho durante la última parte de su vida, a partir de 1750, y doblemente después de 1758. Su primera aflicción fue la hinchazón y el doloroso picor de sus pies y piernas debido a las picaduras de mosquitos que sufrió en su viaje de Vera Cruz a Ciudad de México. El rascado le provocaba úlceras varicosas. A veces no podía estar de pie ni caminar.
Las enfermedades del Santo
Después de 1758 empezó a sufrir de asma, enfermedad que le acompañó hasta su muerte. El celo y el dinamismo de Serra impidieron que estas dolencias físicas detuvieran sustancialmente el progreso de su apostolado.
El carácter de Serra era entusiasta, optimista, celoso, dinámico, incluso adamantino. La fuerza de su carácter y la firmeza de sus propósitos marcaron toda su vida. Hombre de acción, prefería el apostolado activo al aula o a la escritura. A pesar de sus distracciones y de su actividad, siguió siendo un religioso ejemplar, un hombre de oración y de mortificación. Tuvo un amor consumido por el indio y lo defendió siempre.
Por la naturaleza de su trabajo y en el entorno de su época, estaba llamado a ejercer las llamadas virtudes militantes. En el régimen político-eclesiástico en el que tuvo que trabajar hubo muchas ocasiones de desacuerdo y controversia, y Serra tuvo sus diferencias con tres gobernadores sucesivos, Pedro Fages, Fernando Rivera y Moncada, y Felipe de Neve.
Junípero un férreo defensor de la iglesia
Algunos consideraban a Serra demasiado agresivo, celoso y exigente. Serra luchó por la libertad de la Iglesia en la controversia de la confirmación contra la infracción real. Aunque luchó por los indios, tenía una visión paternalista y creía y practicaba los castigos corporales. Tenía las cualidades de un buen administrador.
La causa de beatificación de Serra se inició en la diócesis de Monterey-Fresno en 1934, y el proceso diocesano finalizó en 1949. El 25 de septiembre de 1988 fue beatificado bajo la dirección del Papa Juan Pablo II.
Los monumentos y memoriales de Serra salpican su Camino Real desde Mallorca hasta California. Es objeto de varias docenas de biografías en varios idiomas. Sus escritos con traducción han sido publicados en cuatro volúmenes por el Rev. Antonine Tibesar, OFM. Se le conoce como el Apóstol de California. En su honor se creó la organización Serra International. Su vida y su sistema de misiones se estudian en las escuelas de California.
Una carta entrañable
Fray Pablo Font, hermano de Fray Pedro Font miembro del Colegio de San Fernando mientras Serra estuvo allí entre febrero y septiembre de 1773, escribió a un cohermano en España en agosto de 1773 la siguiente valoración de Serra:
“El padre presidente Junípero Serra es un religioso de la orden de los observantes, hombre de muy venerable edad, antiguo profesor de la Universidad de Palma, que durante veinticuatro años, desde que es misionero de este colegio, no ha escatimado esfuerzos para la conversión de fieles e infieles.
A pesar de sus muchos y laboriosos años, tiene las cualidades de un león, que sólo se rinde ante la fiebre. Ni las habituales indisposiciones que padece, sobre todo en el pecho y en la dificultad para respirar, ni las heridas en los pies y en las piernas han podido apartarle ni un momento de sus tareas apostólicas. Nos ha asombrado durante su reciente estancia, pues, a pesar de estar muy enfermo, nunca dejó de participar, ni de día ni de noche, en el coro, y mucho menos cuando tenía fiebre.
Le hemos visto aparentemente muerto, para revivir casi inmediatamente. Si de vez en cuando atendía a las necesidades de la salud corporal en la enfermería, era sólo porque se le ordenaba hacerlo…. En verdad, por estas cosas y por la austeridad de esta vida, su humanidad, caridad y otras virtudes, es digno de contarse entre los imitadores de los apóstoles. Y ahora vuelve, como si nada, a Monterrey, a mil leguas de distancia por mar y tierra, para visitar esas misiones y alegrarlas con su presencia y con las medidas que ha procurado, y para presidirlas y fundar otras misiones hasta que muera… Mucho más podría decir de este santo varón”.
Fray Pedro Font
Referencias