- La fascinante vida de Diego de Agüero y Sandoval
- Los primeros años y los primeros pasos en el Nuevo Mundo
- Conquistando y fundando: Los hitos de Diego de Agüero
- La valentía ante la adversidad y el legado perdurable
- El legado y el fin de una vida apasionante
La fascinante vida de Diego de Agüero y Sandoval
El legado olvidado de un valiente conquistador hispano
En el vasto panorama de la historia hispánica, existen nombres que merecen ser rescatados del olvido. Uno de ellos es Diego de Agüero y Sandoval, un intrépido capitán y conquistador del Perú que desplegó su valentía y visión en tierras lejanas. Además, su contribución fue fundamental en la fundación de la espléndida ciudad de Lima. Acompáñanos en este viaje a través del tiempo mientras exploramos la vida y los logros de este distinguido personaje.
Los primeros años y los primeros pasos en el Nuevo Mundo
El nacimiento de un conquistador en Deleitosa
Diego de Agüero y Sandoval nació en 1511 en Deleitosa, una localidad perteneciente al obispado de Plasencia en Cáceres. Proveniente de una familia noble, era hijo de García González de Agüero, un destacado capitán en Flandes, y de María de Sandoval. Aunque fue educado por su madrastra, María de la Rosa, el destino le deparaba un papel fundamental en la historia hispana.
Los primeros pasos hacia la gloria en el Nuevo Mundo
En 1530, Diego de Agüero partió hacia las Indias como capitán de caballos bajo el mando de Francisco Pizarro, tras la capitulación de Toledo. Su participación en los acontecimientos del Tercer Viaje al Perú lo llevó a luchar valientemente en batallas como Coaque, Puerto Viejo, la isla de Puná y Tumbes. Además, tuvo el honor de fundar la ciudad de Piura, marcando así el comienzo de su destacada carrera.
Conquistando y fundando: Los hitos de Diego de Agüero
Enfrentando a los desafíos y capturando la grandeza
Diego de Agüero se distinguió en la toma de Cajamarca, donde con su coraje y destreza contribuyó a la captura de Atahualpa, el último gran Inca. Su valentía no pasó desapercibida, y en el rescate del Inca recibió una recompensa de trescientos sesenta y dos marcos de plata y ocho mil ochocientos pesos de oro. Además, desempeñó un papel destacado como Alférez Real en Jauja, ciudad que fundó el 24 de abril de 1534 y que se convirtió en sede del Gobierno de la Nueva Castilla.
Exploraciones audaces y fundaciones históricas
La sed de aventura y descubrimiento llevó a Diego de Agüero a explorar el Collao junto a Pedro Martín de Moguer, donde descubrió el majestuoso lago Titicaca. Al regresar al Cuzco, entregó a Pizarro un informe detallado sobre su visión del Altiplano y valiosas cargas de oro por un valor de cuarenta mil pesos. Además, fue enviado a Quito con un mensaje para Diego de Almagro, desempeñando un papel clave en su conquista y logrando que Pedro de Alvarado cediera su ejército a Pizarro a cambio de cien mil pesos.
La fundación de ciudades y el legado de Diego de Agüero
Gracias a su visión estratégica, Diego de Agüero dejó su huella en la historia al aconsejar a Pizarro la fundación de la Ciudad de los Reyes el 18 de enero de 1535. Esta ciudad, conocida hoy como Lima, fue trazada en un diseño en damero que se atribuye a Agüero. Además, colaboró con Pizarro en la fundación de Trujillo el 1 de marzo de 1535, estableciendo así importantes centros urbanos que marcarían el devenir de la región.
La valentía ante la adversidad y el legado perdurable
La guerra de los llanos y la pacificación de tierras lejanas
Diego de Agüero demostró su valentía una vez más durante el cerco de la capital por parte de Titu Yupanqui en 1536. Destacándose en la “guerra de los llanos”, pacificó Lunahuaná, Chincha, Yanacocha, Chinchaycocha, Carampoma, Chacola y Huarochirí, donde apresó al curaca Ninavilca y lo llevó a Lima. Además, capturó a Saba, Lingapoma y tomó la fortaleza de Huayco en Cerro Azul, en el valle de Cañete. Estos logros militares demuestran su compromiso inquebrantable con la conquista y pacificación de la región.
Lealtad y conflictos: La encrucijada de Diego de Agüero
Si bien Diego de Agüero fue amigo cercano tanto de Pizarro como de Almagro, la lealtad a uno de ellos lo llevó a abandonar al otro en cierto momento. A pesar de su apoyo inicial a Pizarro, informó a Almagro sobre su nombramiento como gobernador de Nueva Toledo. Sin embargo, posteriormente volvió a unirse a Pizarro y estuvo presente en las conversaciones de Mala, donde su consejo era solicitado y sus explicaciones apreciadas. También firmó el juramento de Lunahuaná junto al gobernador Pizarro y otros capitanes, demostrando así su compromiso con la causa.
El legado y el fin de una vida apasionante
La influencia duradera de Diego de Agüero y su legado familiar
El 6 de septiembre de 1538, Diego de Agüero recibió el nombramiento de capitán de la Corona y se le confirmó su cargo como regidor perpetuo del cabildo de Lima, un honor que ostentaba desde el 1 de enero de 1536. Sin embargo, su fidelidad a Pizarro le valió la animadversión de los almagristas. Tras el asesinato del gobernador, fue apresado por los de Chile, quienes saquearon su lujosa residencia y vaciaron sus establos.
Diego de Agüero se vio obligado a seguir a Almagro el Mozo al Cuzco, pero logró huir en Jauja y regresar a Lima. Se unió a Vaca de Castro y participó en la batalla de Chupas. Cuando el virrey Núñez Vela llegó a la región, el cabildo le encomendó a Agüero recibirlo en San Miguel y lo acompañó hasta Trujillo. Además, advirtió al cabildo limeño sobre la dureza de las Ordenanzas.
Unido nuevamente al virrey, Diego de Agüero entró triunfalmente en Lima con el palio que portaba el sello real y brindó hospedaje a su familia en su casa. Sin embargo, su relación con Blasco Núñez se deterioró, y tras la captura y prisión de este último, los oidores lo nombraron capitán de la compañía de jinetes que había pertenecido a Alonso de Montemayor.
El testamento
El 20 de septiembre de 1544, Diego de Agüero dejó su testamento ante Diego Gutiérrez, donde constató su reciente papel como veedor y factor de la Corona en Lima. La última sesión del cabildo a la que asistió fue el 3 de octubre de 1544. Como fundador de la capilla del Santo Cristo de la Conquista en el convento de Santo Domingo de Lima el 14 de octubre de 1541, recibió un lugar de descanso eterno en dicha capilla, donde hoy se venera a la Virgen del Rosario.
Los dominicos Juan de Olías, Alfonso de Montenegro y Tomás de San Martín fundaron el convento en el mismo solar donde había residido Diego de Agüero. Dejó como viuda a Luisa de Garay y Monís de Perestrello, con quien contrajo matrimonio en Lima el 30 de septiembre de 1539. Su único hijo, Diego de Agüero el Mozo, heredó su encomienda de Lunahuaná, otorgada por Francisco Pizarro en Jauja el 5 de noviembre de 1534. Esta encomienda contaba con cuatrocientos setenta y cuatro indios tributarios y una renta anual de más de tres mil pesos, además del patronato de la capilla del Santo Cristo.
Mi conclusión del legado de Diego de Agüero
La vida de Diego de Agüero y Sandoval nos muestra la valentía, la audacia y el compromiso de los conquistadores hispanos en el Nuevo Mundo. Su participación en la conquista del Perú y su papel en la fundación de Lima son un testimonio perdurable de su legado. A pesar de los desafíos y conflictos a los que se enfrentó, su influencia se mantiene viva en la historia hispánica. Recordemos y celebremos la vida de este valiente conquistador, cuyo nombre merece ser recordado y honrado.