- Biografía de Pedro Páez Jaramillo
- Etiopía en el Siglo XVI
- Llegada a Etiopía de Pedro Páez
- Pedro Páez, el primer europeo en las fuentes del Nilo Azul
- Mis Conclusiones:
- Seguro que te interesa
Biografía de Pedro Páez Jaramillo
Como se puede descubrir en esta página, la Historia está plagada de personas pioneras que son desconocidas. Uno de los esfuerzos que realizamos los colaboradores de este sitio web es dar un pequeño reconocimiento a estos descubridores y héroes desconocidos, así como fomentar la curiosidad de los lectores para seguir buscando y descubriendo hechos o personas sorprendentes. En la investigación de diversas fuentes y publicaciones, surge la iniciativa del Ayuntamiento de Olmeda de las Fuentes (Madrid), para recuperar la memoria de uno de sus vecinos más ilustres, el misionero jesuita Pedro Páez Jaramillo. Si no lo conoces, sigue leyendo este artículo para descubrir más sobre su historia.
Infancia de Pedro Páez Jaramillo
Nace en 1564 en el pueblo de Olmeda de las Fuentes, aunque en el momento del nacimiento de nuestro protagonista y hasta el año 1954 se llama Olmeda de la Cebolla. Su padre era vecino de la citada localidad, llamado Juan Páez Jaramillo, y su madre, Elvira Campuzano. Poco se sabe de su niñez o juventud, y no hay datos de él hasta que ingresa en la Compañía de Jesús en el año 1582, al igual que un tiempo antes hizo su primo Esteban Páez.
Años más tarde, en 1587 se encontraba estudiando Filosofía en Belmonte, provincia de Cuenca,, pasando posteriormente a la India, concretamente a la ciudad costera de Goa, perteneciente a Portugal. Recordemos que en este momento histórico los territorios portugueses se encontraban gobernados por el rey español Felipe II.
Volviendo a nuestro protagonista, es en Goa, en 1589, donde se le ordena sacerdote y donde comienza la égida en la que se convertirá su vida a partir de este momento. Junto a otro jesuita, Antonio de Monserrate (o Monserrat, como le citan en otras fuentes), inicia un viaje dirección Etiopía, donde ya se encontraba Francisco Lopes, compañero de congregación y que se predicaba el catolicismo entre los habitantes de aquellas tierras legendarias. A Pedro Páez se le selecciona, a pesar del poco tiempo transcurrido desde que ingresa en la orden, por su gran capacidad para aprender lenguas extranjeras, por sus innatas capacidades diplomáticas y por el gran espíritu aventurero, que como hemos visto en multitud de artículos de esta página, era común en los habitantes de los territorios españoles y portugueses de la época.
Cautiverio entre los turcos
Su viaje marítimo, sin embargo, se ve interrumpido violentamente al poco de comenzar, pues en aguas cercanas a Dhofar su barco es capturado. A los dos religiosos les venden como esclavos a los turcos que gobernaban en las tierras que hoy conocemos como Yemen. Permanecen cautivos de los otomanos durante siete largos años, durante los cuales escribe Pedro Páez numerosas cartas a su congregación, y cuyas copias se conservan aún, en la que describe lo penoso de su situación, así como que cruzan a pie el duro desierto de Hadamaut, en territorio yemení. Se convierten por ello, a pesar de ser en contra de su voluntad y no ser el objetivo de su viaje, en los primeros europeos en cruzar el citado desierto. Páez, durante su cautiverio, describe en las cartas que envía a su congregación tanto las vestimentas, como las costumbres de los habitantes de la región, así como las ciudades por las que pasó o en las que vivió. Además, es en estas tierras donde tiene contacto con el Câua, hoy conocido como el café. Por ello, también pueden considerarse como los descubridores de esta bebida para occidente, y que en sus cartas describe como “bebida negra y amarga”.
Su cautiverio, como ya hemos reflejado, dura siete años, pues son liberados tras satisfacer la corona española el pago de 1300 ducados que pedían los turcos por nuestros cautivos. Durante esta época llega a aprender árabe y persa, empleándolos con fluidez. Regresan enfermos y débiles a Goa, donde fallece Antonio de Monserrate. Se teme también que Pedro Páez siguiera el mismo destino, sin embargo se recupera lentamente, y a pesar de los muchos sufrimientos y privaciones, no pierde la esperanza de cumplir con la misión que se le había encomendado, la prédica del catolicismo entre los etíopes.
Etiopía en el Siglo XVI
Etiopía, también conocida como Abisinia, en aquella época era un reino del que en Europa se contaba su historia, mezcla de lo legendario con lo real. Se contaba que el origen del reino era la bíblica reina de Saba y del Rey Salomón, y que los propios etíopes asumieron y difundieron en sus contactos con los europeos. Lo que sí es cierto es que se trataba de un reino cristiano, que en 1520 tiene sus primeros contactos con los portugueses, y que por los católicos europeos comienza a ser considerado como un posible reino aliado frente al turco.
En aquel tiempo, el poder del Negus (emperador de la dinastía salomónida) iba perdiendo importancia, pues el número de población que estaba siendo islamizada aumentó bastante, sobre todo tras la conquista de Egipto por el Imperio Otomano.
Esta conquista afectó dramáticamente a Etiopía, pues sus canales comerciales principales corrían por las aguas del Nilo. Unido a la islamización de la península de Somalia, hizo que el aislamiento de los etíopes se agravara. Los intentos de conquista de Etiopía por los habitantes de esta península, sin embargo, fueron frenados por los Negus etíopes, aunque quedó de manifiesto la precaria situación en la que se encontraban. Y es en este momento en el que contactan con los portugueses. Les envían varios misioneros jesuitas desde el año 1557, llegando únicamente el español Andrés de Oviedo, que fallecerá en tierras abisinias veinte años después.
Los Negus mantienen la religión cristiana, aunque navegando siempre entre el catolicismo y el cristianismo copto, siendo empeño de las misiones enviadas que se decantaran por el catolicismo y ser considerados aliados en las guerras contra los otomanos.
Llegada a Etiopía de Pedro Páez
En 1603, disfrazado de mercader del Cáucaso, parte de Goa de nuevo Pedro Páez, consiguiendo de esta forma alcanzar el objetivo de su viaje. Se incorpora a la corte del Negus Za Dengel, pues causó una gran sorpresa la rapidez con la que aprendió el amárico y el geez. El Negus Susenyos, sucesor del anterior, lo mantiene también en su corte, en la cual alcanzará el padre Páez a ser muy influyente.
Páez comienza a escribir su Historia de Etiopía, que llegará a tener tres tomos, en idioma portugués por ser zona de influencia portuguesa. En esta obra, además de tratar la historia y geografía de aquellas tierras, incluye estudios de zoología, arqueología, etnología e incluso de teología. Seguirá escribiendo y añadiendo datos hasta prácticamente su muerte.
El Negus Susenyos le pide que construya varias iglesias a lo largo y ancho del país, a semejanza de las que había en los países europeos, con lo que el Renacimiento de Europa se puede decir que entra en las tierras etíopes de la mano de Pedro Páez. Debido a la escasez de un ingrediente esencial para la construcción de las mismas, el mortero tan común en el Viejo Continente, muchas han acabado derruidas. Además de este encargo, recibió otros del Negus, como establecer contacto con el Papa de Roma y con los principales monarcas cristianos europeos, siendo el primero de ellos el propio Rey Felipe II de España.
Además de iglesias, construye otros edificios. En la ciudad de Gorgona, a orillas del lago Tana, aún hoy perviven algunos edificios que erige por orden del Negus en 1612, como parte del palacio o la iglesia, aunque esa ciudad sufrió un terremoto en 1704 que causó el derrumbe de multitud de edificaciones.
Gracias a la protección real, el catolicismo se fue extendiendo por el país, con los viajes que el padre Páez y sus colaboradores fueron realizando a los largo de los años. Estos viajes, además, incrementaban paulatinamente los datos que Páez fue redactando en su obra. En ella, describía los paisajes que se iba encontrando, junto con las costumbres y etnias de los habitantes de cada territorio. El padre Páez tuvo en cuenta siempre que no había que imponer la religión, sino que las conversiones debían ser por convencimiento, por lo que se esforzó siempre en conocer y comprender las culturas locales.
Pedro Páez, el primer europeo en las fuentes del Nilo Azul
En su obra describe las Fuentes del Nilo Azul, a las que llegó en el año 1618, siglo y medio antes que el considerado por la historia el primer europeo en llegar a ese legendario lugar. Todas las grandes civilizaciones que en la historia tuvieron contacto con el río Nilo anhelaban llegar a sus fuentes. Tanto los propios egipcios, como posteriormente, griegos, romanos intentaron llegar aguas arriba, siendo el punto de unión de ambos brazos del Nilo, el Nilo Blanco y el Nilo Azul, el punto más lejano al que llegaron. La abrupta e impracticable orografía, con cataratas y otros accidentes, hacían imposible continuar la exploración más al sur.
Sin embargo, en uno de los viajes en el que el propio Negus acompañaba a Pedro Páez, llegan a las fuentes del Nilo Azul. Es ese 21 de abril de 1618 el día que la Historia debería considerar como el del descubrimiento de estas fuentes, y es que el padre Páez lo describe en su obra, concretamente en el Libro I, capítulo XXVI, con las siguientes palabras:
“Está la fuente casi al poniente de aquel reino, en la cabeza de un pequeño valle que se forma en un campo grande. Y el 21 de abril de 1618, cuando yo llegué a verla, no parecían más que dos ojos redondos de cuatro palmos de ancho. Y confieso que me alegré de ver lo que tanto desearon ver antiguamente el rey Ciro y su hijo Cambises, el Gran Alejandro y el famoso Julio César.”
Pedro Paez Jaramillo
Describe posteriormente como el río va girando su curso desde el nacimiento hasta que desemboca en el lago Tana donde pierde un poco su fuerza, continuando su recorrido tras desbordarse por el sur el citado lago, hasta que caen las aguas por las cataratas Tisisat, manteniéndose impetuoso transcurriendo por cañones y gargantas hasta que vuelve a orientarse al norte para unir sus aguas al otro brazo del Nilo, el Nilo Blanco, afrontando el viaje a través del desierto en dirección al Mar Mediterráneo.
El padre Pedro Páez Jaramillo fallece pocos años después de llegar a las fuentes del Nilo Azul, en mayo de 1622. En los 19 años transcurridos consiguió extender el culto católico en Etiopía, consiguiendo poco antes de su muerte que el propio Negus se convirtiera. Poco después de la muerte del jesuita, el Negus fue depuesto, y se reinstaura como religión estatal el cristianismo copto, expulsando a los religiosos jesuitas de aquellas tierras.
La obra de Pedro Páez Jaramillo, permaneció desconocida durante más de 300 años, siendo publicada por primera vez en 1945 en Portugal, y recientemente ha sido traducida al español. Esta obra, además, puede considerarse esencial para el conocimiento y estudio de las culturas del África Oriental, pues es una de las pocas obras que describe los usos y costumbres de las sociedades de aquél lugar en el siglo XVI.
Mis Conclusiones:
Si el que descubre algo es el que vive para contarlo, se puede afirmar con total determinación que Pedro Páez fue el descubridor de las fuentes del Nilo Azul, pues dejó escrita una obra en la que narra su descubrimiento, a pesar de los más de 4 siglos que se ha dilatado la publicación de la misma.
Además, como hemos comentado más arriba, será el primer europeo, junto con Antonio de Monserrate en probar el café. El hecho, además, de predicar en las tierras etíopes, acercó a los monarcas de Etiopía a Europa, haciéndoles saber que había otros reinos cristianos que se resistían y luchaban contra la dominación turca.
Probablemente el hecho de no saberse solos les hizo más resistentes, aumentando su resiliencia y soportando los ataques que turcos y los musulmanes de Somalia les lanzaban, y esto permitió que la distracción de contingentes turcos hacia el sur en detrimento del teatro de operaciones europeo o mediterráneo llevara a parar el avance otomano hacia Centroeuropa.
En lo que atañe al padre Páez, se debe continuar haciendo saber que fue el descubridor de las fuentes del Nilo Azul, para sacarlo del anonimato, así como a otros hombres y mujeres desconocidos que, con su valentía, arrojo y tesón llegaron a cruzar la línea del horizonte que antes ellos se abría para descubrir qué hay al otro lado, qué hay tras la última frontera.
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